Recuperación - ¿Practica la Iglesia lo que predica?, por Warren W. Wiersbe
¿Practica la Iglesia lo que predica?, por Warren W. Wiersbe
Capítulo 11
Recuperación
¿Qué es, entonces, el reino de Dios?
Es Cristo Jesús y, a través de la iglesia,
la reunión de todas las cosas en él .
Howard A. Snyder
La crisis de integridad no se resolverá finalmente gracias a la
National Religious Broadcasters, la Federal Communications Commision o ninguna otra autoridad religiosa o gubernamental. Estas
organizaciones pueden contribuir a proporcionar algunas bardas
y salvaguardas; pero la presencia de unas y otras nunca podrá
garantizar la ausencia de truhanes. La crisis se resolverá sólo por
medio de los creyentes de las iglesias locales porque es ahí donde
los ministerios de los medios masivos de comunicación, buenos y
malos, encuentran sus sostén. Durante mi ministerio pastoral, me
sorprendió la cantidad de cristianos conservadores que conocí que
eran adictos a programas religiosos de televisión, y nada de lo que
les dije alteró su opinión. Miles de personas, que deberían tener
más sensatez, apoyaron y promovieron el PTL, e incluso hoy día,
muchos de ellos se rehúsan ciegamente a encarar los hechos.
La responsabilidad suprema de los cambios en los medios religiosos debe reposar en los líderes y los miembros de las iglesias
locales; pero — y este es el problema — muchas iglesias locales no
podrán cambiar nada hasta que ellas mismas cambien. La televisión
religiosa tiene éxito porque cuenta con el apoyo de los miembros
de iglesias a quienes les agrada el "cristianismo de espectáculo".
Me temo que la iglesia local padece su propia crisis de integridad.
Siempre que algo falso tiene éxito es en general porque algo
genuino ha fracasado. El esposo y la esposa que están felizmente
casados no tienen que andar en busca de aventuras extramaritales,
se satisfacen el uno al otro a la perfección. Con frecuencia se ha
señalado que las herejías en la iglesia revelan a menudo una falla
dentro de ella: Perdimos el equilibrio en algún punto. Creo que
esto se aplica muy bien a la crisis actual.
¿Qué ha estado faltando en nuestras iglesias locales? ¿Por qué
tantas personas buenas se sienten obligadas a buscar panaceas en
otros sitios?
Comencemos con observar una falta de autoridad espiritual dentro de nuestras congregaciones. Con esto me refiero a la ausencia
del señorío de Cristo Jesús sobre sus ministros y sus congregaciones. Dos días después de que A.E. Tozer murió, The Alliance
Witness publicó su artículo "The Waning Authority of Christ in
the Churches" (La autoridad menguante de Cristo en las iglesias)
en el que afirmaba que "hoy día, Jesucristo casi no posee ninguna
autoridad en absoluto en los grupos que llevan su nombre". Citó
dos causas como las responsables de la situación: la influencia de
la tradición y la costumbre, y el "avivamiento del intelectualismo
entre los evangélicos". Recomiendo este artículo al lector. Nota:se puede leer desde este enlace.
Tal vez el síntoma más importante de la falta de la autoridad
del Señor sea la obsesión de las iglesias locales por la "independencia". Las iglesias y sus miembros hacen lo que es correcto en
su opinión. El miembro de iglesia a quien no le agrada el pastor
simplemente se reúne con un grupo de disidentes y comienza una
nueva iglesia, o invade otra congregación y trata de dominarla.
¿Alguien ha examinado las Escrituras para saber lo que el Espíritu
podría querer decirle a las iglesias? ¿Alguien llamó a una reunión
de oración? ¿Alguien preguntó con qué autoridad estaban iniciando una nueva iglesia? ¿Alguien le pidió a otras iglesias que
oraran y los aconsejaran? No, es más fácil seguir a un líder con
carisma y ser independientes.
Si entiendo bien 1Corintios 12, no hay iglesias "independientes".
Las iglesias pueden ser autónomas y no denominacionales; pero
no independientes. "Porque somos miembros los unos de los otros"
(Efesios 4:25). Nuestras iglesias locales pueden tener diferentes
formas de gobierno o liturgias distintas; pero todos estamos bajo
el liderazgo del mismo Señor Jesucristo. Tal vez no lo parezca;
pero Cristo sigue siendo "cabeza sobre todas las cosas de la iglesia"
(Efesios 1:22).
Este espíritu de independencia crea problemas graves dentro de
la iglesia y entre unas y otras. Pablo nos advirtió: "Porque yo sé
que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos
rapaces que no perdonarán al rebaño. Y de nosotros mismos se
levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras
sí a los discípulos" (Hechos 20:29-30). Si las ovejas están bajo la
autoridad de su Gran Pastor, reconocerán a los pastores falsos
cuando lleguen, y no los seguirán (véase Juan 10:4-5).
En las iglesias del Nuevo Testamento el liderazgo se basaba en la
consagración, el carácter y la conducta. Era preciso satisfacer los
requisitos bíblicos específicos antes de que la iglesia ordenara a la
persona y se sometiera a su dirección. Hoy día, el liderazgo se basa
con demasiada frecuencia en el carisma personal: La persona "con
dones", no la persona con santidad, es la que obtiene seguidores
y construye un reino religioso para sí mismo. Muy a menudo, lo
importante es la personalidad y no la espiritualidad.
Muchas veces, las iglesias locales parecen tener problemas para
colaborar unidas y ofrecer un testimonio unánime y amoroso ante
la comunidad. En muchas ocasiones, los pastores tienen sospechas
unos de otros y compiten entre sí, a pesar de que predican el mismo
evangelio, oran al mismo Dios y afirman obedecer la misma Palabra. En casi todas las ciudades de cualquier magnitud, hay por
lo menos una iglesia que hace las cosas a su manera y no se relaciona
con las demás, excepto cuando sus ovejas se desvían a otros rebaños.
No sé cuál sea la solución final para este problema. Hay días en
que desearía que cada comunidad tuviera un obispo que ayudara
a mantener unido el rebaño y que los pastores colaboraran juntos;
pero si tuviéramos este tipo de organización, ime supongo que los
pastores comenzarían a competir entre sí para convertirse en el
obispo! Por supuesto, una respuesta es el bautismo de amor y
humildad que sería el resultado de obedecer Filipenses 2:1-18 y
Romanos 14-15. La respuesta es un avivamiento. Más tarde hablaremos sobre esto.
Otra cosa que hace falta en las iglesias locales es la adoración
espiritual. La adoración bíblica genuina satisface tanto nuestra personalidad, que no tenemos que ir en busca de sustitutos fabricados
por el hombre. William Temple dejó esto perfectamente en claro
en su definición de adoración:
Porque adoración es la sumisión de toda nuestra naturaleza ante Dios. Es el despertar de la conciencia ante
Su santidad, la nutrición de la mente con Su verdad, la
purificación de la imaginación con Su belleza, la apertura
del corazón a Su amor, el sometimiento de la voluntad
a Sus propósitos — y todo esto, elevado en alabanza, la
emoción menos egoísta de que nuestra naturaleza es capaz y, por ende, el principal remedio del egoísmo que
es nuestro pecado original y la fuente de todo pecado real.
A la luz de esta definición, ¿en qué plano queda la mayoría de
los programas religiosos de televisión? ¿Y en qué plano queda la
mayoría de las iglesias locales? A.W. Tozer escribió: "En el culto
regular de la iglesia, lo esencial es la atmósfera espiritual que penetra todas las cosas". ¡Cuán cierto es esto! A pesar de esta atmósfera, el servicio de adoración del domingo por la mañana suele
ser tan predecible que no necesitamos consultar el boletín para
saber lo que sigue, y es tan tedioso que cualquier cosa que sea lo
que sigue no presenta nada distinto. Satán sabe que la adoración
genuina es emotiva y que los santos conmovidos constituyen un
problema para él, de modo que se esfuerza más aún por evitar
que le dediquemos a Dios todas las facultades de adoración que él
mismo nos dio. Lea de nuevo la definición de adoración de William
Temple y pregúntese: "¿Están todos estos elementos de mi personalidad consagrados a Dios cuando adoro? ¿Tengo siquiera la
ocasión en nuestros servicios de entregarme por completo a Dios?
Algunos de nuestros evangelistas y teólogos nos han advertido
tanto respecto a los "sentimientos", que hemos alejado de nosotros
nuestras emociones hasta expulsarlas de la iglesia y destinarlas a
los campos deportivos. Casi la única oportunidad que tenemos de
expresar nuestras emociones con toda sinceridad es en una boda,
e incluso entonces debemos tener cuidado. Las iglesias evangélicas
prefieren lo cerebral a lo emocional. Con demasiada frecuencia
regresamos a casa, después de escuchar el sermón, con un nuevo
bosquejo en la cabeza y la misma sensación de frío en el corazón.
No estoy abogando en favor del fanatismo o el emocionalismo.
Sólo estoy suplicando que volvamos al tipo de adoración que satisface al ser total de las personas que fueron creados a imagen de
Dios. Si los hijos de Dios no se dan a sí mismos a él en adoración
verdadera, se atrofian emocionalmente o expresan este sentimiento de un modo contrario a lo correcto. Seguirán buscando
sustitutos y poco a poco se satisfarán con algo que no es pan.
Podemos criticar los ministerios de los medios masivos de comunicación tanto como queramos; pero esto no traerá a las ovejas
hambrientas de regreso al redil.
La tercera deficiencia es un paralelo de lo que acabamos de
mencionar: la emoción y la expansión en el ministerio. ¡Qué trágico
es cuando los creyentes deben salir de los programas de su iglesia
local para identificarse con un ministerio que los conmueve y los
motiva! Entiendo que Dios llama a su pueblo a servir en organizaciones paraeclesiásticas, en mi caso, en "La Biblia dice". Sin
embargo, cuando la organización paraeclesiástica comienza a ocupar el lugar del compañerismo de la iglesia local, algo anda mal.
Cuando las iglesias se resisten al cambio y practican "lo de siempre",
están invitando a sus miembros a que busquen oportunidades en
otras partes.
Esto nos trae al tema delicado de los ministerios paraeclesiásticos.
Jerry White define el ministerio paraeclesiástico como cualquier
"ministerio espiritual cuya organización no esté bajo el control o
la autoridad de una congregación local". Esto incluiría los ministerios de los medios masivos de comunicación. Muchos pastores
no aprueban que sus miembros contribuyan al sostenimiento de
ningún tipo de organización que quede fuera de la supervisión de
la iglesia local, incluyendo a los ministerios buenos. Esta no fue
nunca mi posición, ni siquiera cuando servía en una iglesia local,
y he pastoreado tres de ellas.
La gente que afirma que no había ministerios paraeclesiásticos
en el Nuevo Testamento están técnicamente en lo correcto; pero
tampoco existía la escuela dominical ni los seminarios. No conozco
ningún principio del Nuevo Testamento que prohíba que los cre-
yentes individuales y las iglesias colaboren unidas para llevar a
cabo la obra del Señor. En realidad, un ministerio paraeclesiástico
en el que muchos creyentes de multitud de iglesias colaboran unidos puede estar más cerca de la clase de unidad por la que Jesús
oró (véase Juan 17:20-23), que las iglesias diezmadas por disenciones y divisiones.
De lo que se menciona en Hechos, el "comité de caridad" de
Pablo nombrado por las iglesias gentiles es tal vez lo que más se
acerca a un ministerio paraeclesiástico. Sin embargo, acuérdese
que Pablo llevó sobre sus hombros un ministerio bastante independiente a pesar de que informaba a la "iglesia madre" cuando
regresaba de un viaje. No podía mantenerse en contacto con la
iglesia que lo enviaba, como lo hacen los misioneros hoy día. En
un sentido real, Pablo y su "equipo" tenían cierta semejanza con
un ministerio paraeclesiástico.
A lo largo de toda mi vida cristiana, siempre he estado asociado
en una u otra forma con ministerios paraeclesiásticos, aunque esencialmente soy pastor de corazón. Yo me convertí en una reunión
de Juventud para Cristo (YFC) y parte de mi primer servicio cristiano como adolescente lo desarrollé con ese ministerio. Cuando
renuncié a mi primera iglesia para unirme al personal de Youth
for Christ International, uno de los amigos de mi pastor me dijo:
— Lamento que abandones el ministerio.
Esto me perturbó. ¿Sugería acaso que estaba pecando al abandonar el pastorado para colaborar en un ministerio paraeclesiástico?
Durante mis casi cuarenta años de ministerio, he tenido multitud
de oportunidades de observar organizaciones paraeclesiásticas en
acción. He colaborado con el personal de dos ministerios paraeclesiásticos (Y FC y La Biblia dice...), he enseñado en un instituto
bíblico y en un seminario, he sido miembro de varios consejos, he
escrito para varios editores y algunas revistas, he hablado en muchas reuniones paraeclesiásticas y he tenido el privilegio de conocer
personalmente a muchos de sus líderes. Creo que puedo hablar
tanto con autoridad como con simpatía en relación a los ministerios
paraeclesiásticos y su nexo con las iglesias locales.
En primer lugar, no me gusta la palabra paraiglesia. Significa
"al lado de la iglesia" y esta no es una descripción exacta de ningún
ministerio paraeclesiástico que conozca. ¿Al lado de qué iglesia?
¿Cuál congregación de su comunidad es la "verdadera iglesia"? Si
existe tal congregación, ¡todas las demás iglesias de la ciudad son
ministerios paraeclesiásticos! ¿Tiene esto sentido?
Conviene hacer notar que, en la Gran Bretaña, la palabra paraiglesia se refirió originalmente a "una congregación" que existía
junto con la iglesia institucional. Era la "iglesia alterna", "la iglesia
del futuro" y no una organización religiosa distinta a la iglesia. Por
supuesto, este no es el significado que posee hoy día.
Ojalá pudiéramos acuñar un nuevo vocablo, porque cada vez
que usamos el antiguo perpetuamos la confusión y la división.
Quizá una posibilidad sea metaiglesia — "con la iglesia". En lo que
a mí concierne, los ministerios paraeclesiásticos verdaderamente
bíblicos operan con la iglesia y sirven a la misma. No están haciendo
las cosas a su manera "al lado de la iglesia" ni compitiendo con
ella.
Si no estoy en lo correcto, estoy en problemas. Durante la semana, preparo estudios bíblicos y me encargo de la producción de
ocho a diez programas de radio en "La Biblia dice...", una organización paraeclesiástica. Hay ocasiones en que los fines de semana,
mi esposa y yo viajamos a una iglesia donde predico dos o tres
veces. ¿Soy más parte de la iglesia de Dios los fines de semana que
en los días intermedios? Cuando asisto a una reunión del consejo
de la organización de misiones o doy una conferencia en una escuela, ¿estoy desertando o sirviendo la iglesia? ¿Estoy moviéndome
"dentro de la iglesia" y luego "junto a la iglesia" en alguna forma
misteriosa cuando trato de usar mis dones espirituales? Mientras
más pienso al respecto más absurda se hace la situación.
Tengo un amigo que es pastor, quien opina que Dios no puede
bendecir a los ministerios exteriores a la iglesia local. Sin embargo,
la última vez que estuve en su estudio observé dos diplomas de
escuelas paraeclesiásticas, una gran colección de libros y revistas
impresas por editoriales paraeclesiásticas, correspondencia de una
agencia paraeclesiástica que maneja su programa de radio y cintas
de cassette producidas por un estudio de grabación paraeclesiástico. Parece ser que a él le resulta difícil ser consistente a este
respecto. Tengo la impresión de que considera los ministerios paraeclesiásticos como una amenaza tanto para su influencia personal
como para el presupuesto de su iglesia. Está equivocado en ambos
aspectos.
Si tuviera que resumir algunas conversaciones recientes, sobre
todo con pastores, el resultado sería el siguiente:
— Bueno, el PTL es un ministerio paraeclesiástico — afirma un
amigo --—. ¡Nadie responde de nada ante nadie! De esto podria
salir algo bueno: iuno menos que anda pidiendo ayuda! Ya tenemos demasiados grupos paraeclesiásticos.
— ¿Tienen las iglesias locales escándalo alguna vez? — pregunté.
— Sí — me contestó renuente.
Tal vez había leído Primera de Corintios.
— ¿Son todas las iglesias locales responsables ante una autoridad
fuera de sí mismas? ¿Publican todas sus auditorías?
— No — me contestó con mayor renuencia aún.
— ¿Cree que hay demasiadas iglesias locales en su ciudad?
— Sí, así lo creo. Cada vez que vuelvo la vista alguien inició una
nueva iglesia. i Y esto es lo que menos necesitamos!
— De modo que las acusaciones que hizo contra los ministerios
paraeclesiásticos también se aplican a las iglesias locales.
— Sí, creo que sí — y con esto concluyó la conversación.
Los ministerios paraeclesiásticos se inician casi siempre en cualquiera de las tres circunstancias siguientes. Hay ocasiones en que
el Espíritu de Dios une a hombres e iglesias con un llamado y una
visión comunes, e imcian formalmente una nueva organización
para llevar a cabo esa obra. Algunas de las sociedades bíblicas y
agencias misioneras primitivas comenzaron así.
La segunda manera de iniciar los ministerios paraeclesiásticos es
que, a veces, un hombre o un grupo de hombres experimenta una
bendición especial de Dios de un modo sobresaliente; pero la iglesia
establecida no tiene cabida para ello. Si el ministerio permaneciera
dentro de una sola iglesia sería destructivo tanto ésta como para
aquel. El nuevo vino se debe poner en odres nuevos si se desea
preservar y compartir la bendición. La separación es amistosa, las
iglesias reconocen al nuevo ministerio y todo el mundo colabora
unido. Dentro de esta categoría encontramos organizaciones tales
como Youth for Christ, Child Evangelist Fellowship y Christian
Businessmen Commlttee (Juventud para Cristo, Compañerismo
evangelístico infantil y Comité de hombres de negocios cristianos).
La tercera forma en que se inician los ministerios paraeclesiásticos es a través de los esfuerzos decididos de personas que sencillamente desean hacer su propia voluntad les guste o no a los
demás. A un misionero le piden que no regrese a un campo y éste
organiza su propio consejo y regresa a pesar de todo. Un florista
se convierte y decide iniciar una nueva organización para testificar
a los floristas de un modo específico. (En lugar de florista, sustitúyase con lo que desee: conductor de camiones, encargado de
pompas fúnebres, divorciados, suecos, lo que sea.) No todos los
ministerios paraeclesiásticos comenzaron así; pero por desgracia,
es el método que siguen muchos. A esto se debe que tengamos
tantos.
Me han dicho que esto no sucedería si las iglesias locales dejaran
de "restringir" y "oprimir" a los cristianos con talentos. Después
de todo, si un creyente siente el llamado a realizar un ministerio
concreto; pero no logra que su iglesia lo respalde, ¿por qué se va
a privar de iniciar su propia organización? Hubo un tiempo en el
que habría apoyado al más débil; pero he cambiado de opinión.
Mientras más vivo, más funerales presencio de ministerios que
proclamaban haber sido establecidos por Dios; pero que, aparentemente, nadie logró mantenerlos con vida.
— Siento el llamado a iniciar un ministerio radial — me escribió una vez un hombre
—. ¿Qué me sugiere?
— Le sugiero que comience a servir en la iglesia local de la que
es miembro. Si Dios ve su fidelidad y debe llegar a más personas,
él" le abrirá las puertas — fue mi respuesta --—. Por favor, no comience un nuevo ministerio radial hasta que Dios le haya abierto
la puerta, tenemos más de los que necesitamos.
Cuando Nehemías y sus amigos reconstruyeron los muros de
Jerusalén, algunas de las personas trabajaron frente a sus propias
casas (Nehemías 3:10, 23, 28-30). Este es el sitio apropiado para
que todos empecemos. Si todos los que pertenecemos a las iglesias
locales siguiéramos su ejemplo, podríamos comenzar a resolver la
crisis de integridad. Siento gratitud por las organizaciones nacionales que promueven niveles más elevados en los ministerios de
los medios masivos de comunicación; pero en tanto los miembros
de las iglesias locales sigan apoyando a charlatanes y asalariados,
no vamos a resolver el problema.
Nos ha llevado años enteros meternos en este lío y no saldremos
de él muy pronto.
A menos que — y esto lo escribo con temor y temblor — a menos
que Dios en su misericordia nos envíe un avivamiento.
Recuperación - ¿Practica la Iglesia lo que predica?, por Warren W. Wiersbe
Revisado por el equipo de Nexo Cristiano
on
junio 05, 2024
Rating: