La oración que escucha - La hora que cambia al mundo

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LA ORACIÓN QUE ESCUCHA: 

un acto de absorción mental

"La oración es el peregrinaje del alma desde el yo hasta Dios; y el remedio más eficaz para combatir el egoísmo y el ensimismamiento, es el hábito de escuchar humildemente." Estas palabras, escritas hace casi un siglo, nos llevan al elemento de la oración que llamamos escuchar. Muchos siglos antes, Salomón escribió: "No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras" (Eclesiastés 5:2). 

En este estudio que estamos realizando sobre la hora de oración, se hace evidente que ciertos elementos de la oración son muy parecidos. Alguien pudiera preguntarse en qué sentido difiere el escuchar de la espera o de la meditación. 

Como ya se dijo, esperar es concentrar la atención reflexivamente en Dios, en una relación de amor. Es un tiempo durante el cual uno reposa silenciosamente en el amor de Dios. Por otra parte, la meditación es una detenida exploración de un tema espiritual en particular. Pero · el escuchar, aun siendo un elemento de la oración relacionado íntimamente con los dos anteriores, es un aspecto único y distinto. Escuchar en la oración es absorber mentalmente las instrucciones de Dios con respecto a asuntos específicos de ese día. 

La universidad del silencio 

Los mejores amigos son siempre buenos oyen- . tes. Si verdaderamente deseamos ser amigos del Señor, tenemos que aprender el secreto de escuchar. Jesús no sólo dijo que El entraría por la puerta abierta del corazón de una persona, sino que también prometió cenar con ella (Apocalipsis 3:20). Cenar significa tener compañerismo. Gran parte de nuestra oración consiste en pedir, en vez de cenar. La oración se vuelve con frecuencia unilateral y egocéntrica. Nuestra oración debe ser una conversación, en la cual escuchamos tanto como hablamos. 

Rosalind Rinker nos aconseja: "En vez de hacer cada uno de nosotros que la oración sea un discurso dirigido a ÉL, platiquemos las cosas con ÉL, incluyéndolo a Él, como hacemos cuando conversamos." 

En cierto sentido, escuchar es un verdadero ministerio. Jesús cumplió un ministerio por medio de la práctica de escuchar. Así lo explica Hope MacDonald en su obra Discovering How to Pray (Descubramos cómo orar): "Jesús oyó el clamor del ciego en la calle en medio de una ruidosa multitud. Escuchó la historia de María Magdalena cuando ella, sin ser invitada, acudió a una cena. Escuchó la plegaria de los leprosos cuando ninguna otra persona se habría acercado a ellos. Jesús también escuchó a Nicodemo, quien acudió ya avanzada la noche a hablar con El. Nuestro Señor incluso escuchó al ladrón que estaba colgado junto a Él, cuando agonizaba en la cruz. 

Ser como Jesús es saber escuchar, especialmente en la oración. El deseo de Jesús era hacer la voluntad de su Padre. Para conocer la voluntad de su Padre, Jesús pasaba noches enteras escuchando atentamente. 

Nosotros también tenemos que seguir el ejemplo de Jesús y aprender el arte de escuchar en la "universidad" divina del silencio. J. R. Miller explica: "El saber guardar silencio, en un hombre o en una mujer, es señal de fortaleza. El ruido no es elocuencia. Hablar muy alto no implica poder. En todas las esferas de la vida, las fuerzas calladas son las que obran más. Por tanto, si hemos de ser fuertes, tenemos que aprender a guardar silencio. Un corazón callado producirá una vida tranquila." 

El don de escuchar 

Acallar nuestro corazón con el propósito específico de recibir la dirección de Dios, es a la vez un acto de dependencia y de fe. Escuchar implica que tenemos confianza en que Dios verdaderamente desea hablarnos. También sirve para que nuestra devoción habitual nos ayude a evitar el énfasis del yo. Alan Redpath confiesa: "A veces me pregunto si nuestras devociones no son la barrera más grande para nuestro crecimiento espiritual, puesto que muy a menudo son unilaterales: son nuestra oración, nuestra expresión hablada, nuestro estudio bíblico, nuestro esfuerzo. ¿Cuánto tiempo hace que usted se sentó en la presencia del Señor y estuvo consciente de que Él estaba inundando su corazón y hablándole?" 

Sólo cuando aprendemos a oír la voz del Padre, podemos aprender a disipar las voces del mundo. David Hubbard afirma: "En nuestra sociedad estamos asediados por palabras. Las vallas anunciadoras las dirigen a nuestra mente cuando vamos pasando. Los titulares las vociferan desde los periódicos. Pero la oración regular da a la vida del creyente esas experiencias de silencio y concentración en que la voz tranquila y apacible de nuestro Salvador puede penetrar a través del alarido de la vida y expresar sus palabras de paz y de gozo."  

Por necesidad, gran parte de la oración tiene que ocurrir en silencio, por cuanto gran parte de ella concierne al creyente que busca la dirección - divina. Dios no sólo nos indicará cómo hemos de orar eficazmente, si escuchamos,_ sino que también nos indicará cómo hemos de vivir eficazmente. 

Donald E. Demaray se refiere a este aspecto de escuchar en la oración como la ley de la voz interna. Él explica: ''La dirección de Dios, que se recibe individualmente en la oración, es de vital importancia. ¡Y qué fácil es oír nuestra propia voz que nos impulsa a hacer cosas egoístas! Pero es la voz de Dios - la voz interna - la que tenemos que aprender a oír. El tiempo regular de silencio es el laboratorio para desarrollar la capacidad de 'oír'. En el transcurso de un día ocupado también oiremos su voz, pero es en el silencio de la cámara de oración donde se da y se recibe el don de escuchar." 

Sólo Dios sabe la solución de todo problema a que nos hemos de enfrentar. Esta fase de la oración en que el creyente se dedica a escuchar, permite que se ponga en sintonía con las soluciones de Dios. Tenga usted mucho cuidado de que su hora de devoción no se convierta en un soliloquio de egoísmo. No nos. empeñamos en la oración para decirle a Dios lo que ha de hacer. Nuestra meta en la oración es descubrir lo que Dios quiere que hagamos a fin de que Él sea glorificado. 

El precio del silencio 

Dios usó poderosamente a Moisés porque él era "muy manso". Aún más, la Biblia dice que Moisés era manso, "más que todos los hombres que había sobre la tierra" (Números 12:3). Ahí estaba Moisés un anciano de ochenta años de edad, y sin embargo, Dios lo escogió a él para que dirigiera una multitud de varios millones de personas. ¿Por qué? Porque Moisés era "manso", y los mansos son los que escuchan. 

John Anthony Hanne dice lo siguiente: "Había hombres como Aarón, que eran elocuentes predicadores; hombre como Coré, que eran líderes naturales; pero sólo había un hombre que reconocía que no podía dirigir, a menos que Dios le hablara primero y que luego hablara por medio de él. Día tras día a lo largo de 40 años, reflexionando sobre lo que Dios había dicho, Moisés escuchó y así habló. No es de extrañar que por medio de Moisés hayamos recibido más en la Biblia que a través de ningún otro hombre."  

Un tremendo poder espera al cristiano que desarrolla un espíritu de oyente. Pero por el hecho de que este espíritu conduce a tal poder, el precio para obtenerlo es elevado. Pedro describe este espíritu del siguiente modo: ". . . un espíritu afable y apacible, ·. . . es de grande estima delante de Dios" (1 Pedro 3:4). 

¿Cuál es el precio del silencio? No es otro que la entrega de uno mismo a Dios. Es cerrar nuestros ojos a lo que el mundo considera importante y oír sólo el llamado del Espíritu Santo.  

El precio del silencio es también dedicar tiempo, mucho tiempo, a la práctica de escuchar. Un santo que oraba escribió: "La oración de calidad positiva y creadora necesita un fundamento de silencio, y mientras no estemos preparados para practicar este silencio, no hemos de tener la . esperanza de conocer el poder de la oración." 

En un mundo activo, nada parece más difícil que escuchar con el alma. Cuanto más nos acercamos a la conclusión de nuestra hora de devoción, tanto más clama nuestra mente por la acción. Escuchemos atentamente para estar se guros de que todos nuestros planes de acción se originan en Dios. 

Los susurros de Dios 

Puesto que los sonidos del mundo causan estragos en nuestra oración, el comienzo del secreto del silencio está en vencer estos indeseables sonidos. F. W. Faber declara: "Cada vez que los sonidos del mundo se extinguen en el alma, oímos los susurros de Dios. Él siempre nos está susurrando, sólo que nosotros no siempre oímos a causa: del ruido, de la premura y de las distracciones que la vida causa al pasar apresuradamente." 

¿Cómo habla Dios durante estos momentos de quietud? A menudo los susurros de Dios se presentan en la forma de una tranquila impresión en el corazón. Elías oyó que Dios le hablaba con "un silbo apacible y delicado" (1 Reyes 19:12). Pero aquel susurro fue muy específico, pues Dios le dio a Elías dirección para ese momento particular de su experiencia. 

En otras ocasiones no hay voz interna que nos dirija, pero aun así, sentimos que la presencia de Dios nos guía suavemente. Sabemos que al movernos en cierta dirección complacemos a Dios, de modo que seguimos esta apacible guía. Muy frecuentemente Dios habla a través de su Palabra. De hecho, todas las formas de dirección deben ser confrontadas con las Escrituras. La dirección que sea contraria a la Palabra de Dios, se origina en otra fuente. 

Una función práctica 

Durante el aspecto de escuchar en la oración, tal vez usted quiera tener a la mano una libreta de apuntes para anotar las impresiones que le lleguen con respecto a ese día. Si una ama de. casa le pide . a Dios que le ayude a planear las actividades del día; debe estar lista para anotar · cualesquiera insinuaciones divinas. El hombre de negocios que pregunta qué proyecto importante requiere la más cuidadosa atención ese día, debe pedirle a Dios que le dé sabiduría específica para las responsabilidades particulares de ese día. 

Recuerde siempre que el escuchar tiene una función práctica; Usted no está meramente esperando oír "gentilezas" divinas, sino que le está pidiendo a Dios que ponga en orden su día. El hecho de tener papel y lápiz a la mano tiene, valor porque demuestra fe. Eso le dice a Dios: "Creo que Tú verdaderamente me has de hablar, y he venido preparado para registrar tus instrucciones."  

En verdad, hay peligros que afrontar cuando entramos en estos aspectos más profundos de la oración. Gran parte de la oración es un experimento en el crecimiento espiritual, que envuelve tanto el fracaso corno el éxito. Pero si perseveramos, las bendiciones sobrepasarán a las desilusiones. Nuestro conocimiento de Dios aumentará y abundará en gran manera. Tal como lo dice tan certeramente Bridgid Herman: "Escuchar de tal manera durante una hora, puede darnos. un discernimiento más profundo de los misterios de la naturaleza humana, y un instinto más seguro de los valores divinos, que un año entero de duro estudio o de relación externa con los hombres."... 

         Señor, ¡enséñame a escuchar! 

        Escuchar: undécimo paso en la oración que cambia al mundo 
  1. Durante el tiempo de escuchar en la oración, no vacile usted en hacerle preguntas muy específicas a Dios acerca de diferentes problemas o situaciones. 
  2. Escudriñe las Escrituras en busca de respuestas específicas para sus preguntas. Muy a menudo, Dios habla por medio de su Palabra. 
  3. Evalúe mentalmente todas las circunstancias que se relacionan con el problema. Pídale a Dios que le muestre el plan de El por medio de dichas circunstancias. 
  4. Esté preparado para anotar cualquier idea que Dios pueda compartir con usted, relacionada con los detalles de la solución de ese problema en particular.  

La oración que escucha - La hora que cambia al mundo La oración que escucha - La hora que cambia al mundo Revisado por el equipo de Nexo Cristiano on diciembre 26, 2022 Rating: 5
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