La espera - La hora que cambia al mundo
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LA ESPERA:
un acto de sumisión del· alma
Pocos santos han anhelado a Dios con tanta sinceridad como Madame Guyon. En su juventud, en busca de nueva vitalidad espiritual, se acercó a un devoto fraile franciscano. La joven le explicó que el deseo que ella tenía de Dios se había ido "debilitando lamentablemente."
Después de oír la historia de ella, el fraile se dedicó en silencio a la contemplación durante un tiempo considerable. Luego, lentamente, el anciano franciscano levantó la mirada hacia Madame Guyon y declaró: "Sus esfuerzos no han tenido éxito, porque usted sólo ha buscado fuera lo que puede hallar dentro. Acostúmbrese a buscar a Dios en su corazón, y seguramente lo encontrará."
Se le había presentado a Madame Guyon un elemento de los más vitales de la oración: el de esperar en silencio en la presencia de Dios. Todos los que deseen ser usados por Dios tienen que aprender este secreto del silencio. En su estudio clásico, Creative Prayer (Oración creadora), Bridgid E. Herman explicó: "Si leemos las biografías de los grandes y sabios, descubriremos que fueron personas de largos silencios y profundas meditaciones. Todo lo que había de visión, de poder o de genio en su obra, se había forjado en silencio. Y cuando pensamos en el círculo íntimo de los maestros espirituales: los hombres y mujeres para quienes, sin ser ellos necesariamente dotados o distinguidos, Dios era una realidad viviente y brillante que cambió en sobrenatural su vida diaria, y sus acciones más sencillas en sublime adoración, descubrimos que tenían sus raíces profundas en el suelo del silencio espiritual."
Una dosis de silencio
Para que la oración sea completa, necesita al principio una dosis significativa de silencio espiritual. Tal silencio es necesario si el creyente espera ministrar eficazmente a Jesús. En la misma forma que de nuestro Señor salía virtud cuando ministraba, parece que cierta cantidad de virtud espiritual sale del creyente durante su ministerio diario (ver Lucas 8:46). Un estudiante de la oración dijo: "No podemos convertimos en una bendición para otros, sin percibir que cierto poder ha salido de nosotros; y a menos que tal poder se renueve constantemente mediante la amorosa comunión con el Cielo, nuestro servicio llega a ser sólo un poco más que obras muertas, y. nuestro mensaje pierde el timbre que revela su origen divino.
J. Gregory Mantle dice: "Las obras no constituyen alimento para el espíritu, así como no lo constituyen para el cuerpo. En medio de una multitud de obras, el alma del que las hace puede marchitarse, y sus actividades lo demostrarán a su debido tiempo.""
¿Qué significa "esperar" en Dios? ¿Y en qué se diferencia la espera de la alabanza? La Biblia incluye numerosos discernimientos en el ministerio de esperar: "... esperaré en tu nombre" (Salmo 52:9). "En Dios solamente está acallada mi alma" (Salmo 62:1). "Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana" (Salmo 130:6). "... los que esperan a Jehová: tendrán nuevas fuerzas" (Isaías 40:31).
Esperar en el Señor es básicamente la sumisión silenciosa del alma a Dios. John Bisagno observó: "Esperar en Dios requiere todo nuestro ser. No consiste en dejarnos arrastrar por las ilusiones, sino que más bien es un ejercicio que exige nuestra más aguda atención; nuestra disposición más alerta y toda la atención de nuestra alma a la voz celestial."
Esperar no es alabar, aunque la espera está íntimamente relacionada con la alabanza y fluye directamente de ésta. La alabanza consiste en expresar verbalmente la estima que le tenemos a Dios. La espera es un tiempo de amor en silencio. La alabanza exclama abiertamente: "Dios, veo estas cualidades excelentes en tu naturaleza." La espera dice suavemente: "Dios, te amo."
Una relación de amor espiritual
El acto de la espera se ilustra bien por medio de la experiencia de una santa anciana. Un día, una amiga le preguntó cómo pasaba ella de ordinario el día.
La señora le respondió inmediatamente: "Bueno, siempre comienzo el día con un buen rato de oración. De hecho, oro hasta que ya no puedo más. Luego tomo la Biblia y la leo hasta que ya no puedo leer más. Después, tomo el himnario del anaquel y canto hasta que ya no puedo cantar más. Después de eso, simplemente me quedo sentada en silencio y dejo que Dios me ame.
En gran medida el tiempo que dedicamos. a la espera pudiéramos llamarlo "adoración sin palabras". Es una relación de amor espiritual con una íntima unión sobrenatural. El profesor Hallesby llamó a esta intimidad "la comunión del alma con Dios en la oración". Este santo maestro bíblico agregó: "Hay algo en nuestra vida, también en nuestra comunión, que nunca puede expresarse con palabras, y que, sin embargo, puede ser la experiencia común de dos que comparten mutuamente todo lo que puede expresarse con palabras."
El profesor ilustró esta intimidad con una experiencia que él tuvo al comienzo de su ministerio. Un día su hijo asomó la cabeza por la puerta de entrada al estudio del profesor. El muchacho sabía que no debía perturbar a su padre durante esas importantes horas de estudio. Con la conciencia inquieta, el jovencito se acercó silenciosamente a su padre. Le dirigió una afectuosa mirada y le dijo: -Papá, me estaré sentado en silencio todo el tiempo, si me · permites estar aquí contigo.
Estar solos con Dios es el asunto central de la espera. La oración genuina no consiste sólo en pedir cosas; -es una relación. Pedir es sólo una parte de la oración, y esta parte debe venir más· tarde. Las relaciones sólidas se cultivan mejor en . el silencio. Mi esposa y yo estuvimos muy enamorados mucho antes que las palabras pudieran expresar ese amor de manera adecuada. Era suficiente estar el uno· con el otro.
Asimismo, es importante entender que nuestro tiempo de espera no es necesariamente un tiempo de escuchar. El escuchar es algo decisivo para la oración, pero como ocurre con el aspecto de la petición, el escuchar vendrá más tarde. Por ahora, simplemente rindamos nuestro corazón al Señor en silencioso amor. En estos momentos de silencio respondemos como Job: "Mi mano , pongo sobre mi boca" (Job 40:4)
El centro de la espera
Juan de Damasco, el antiguo teólogo griego, definió la espera como "la elevación de la merite hacia Dios".
Aquí hallamos el verdadero centró de la espera. Toda nuestra atención debe concentrarse en nuestro Padre celestial. Sólo llegamos a conocer al Señor en este nivel más íntimo. El conocimiento de Dios se revela mejor en la espera silenciosa. La Biblia declara: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios" (Salmo 46:10)
Un autor expresó lo siguiente: "La más elevada adoración del Dios todopoderoso consiste en asociarse totalmente con El. Es la forma más íntima de comunión en que la criatura adora a su Creador, lo finito a lo Infinito, el impotente ante el Todopoderoso, la nada ante el Todo."
Por supuesto, por razones muy prácticas Dios debe ser el punto céntrico de nuestra oración. No hay poder en la oración fuera de Dios. La Biblia no dice: "Tened fe en la oración", sino: "Tened fe en Dios" (Marcos 11:22).
El centro de nuestra oración es mucho más importante que la respuesta a nuestra oración. Donald E. Demaray escribió muy acertadamente: "El propósito de la oración es llegar a Dios. Las respuestas son más significativas cuando se piensa menos en ellas. La oración es más significativa cuando se piensa más en Dios.
Esperar en Dios es especialmente esencial para la oración, porque fortalece nuestro conocimiento y nuestro concepto de Él. El hecho de concentrar nuestra atención enteramente en Dios, lo coloca a Él en el trono de nuestra oración. Ralph Herring comparte el siguiente pensamiento en su obra The Cycle of Prayer (El ciclo de la oración): "Sólo el Dios soberano puede inspirar la oración, y sólo el Dios soberano puede contestarla. Por tanto, el concepto que el hombre tenga de Dios, determina la profundidad de su vida de oración. La verdadera oración comienza y termina entronizando a Dios. "Recordemos que el salmista no sólo nos desafía con las palabras "Estad quietos", sino también con estas otras: "Conoced que yo soy Dios. "Es imposible llegar a conocer a alguien íntimamente con una atención limitada. La intimidad toma tiempo y concentración. Por esta razón, los primeros momentos de la oración requieren un cuidadoso silencio mental, en el cual todos los pensamientos vayan dirigidos sólo hacia la persona de Dios.
El valor de esperar
Es lamentable que muchos creyentes se dejan engañar por un espíritu de egoísmo que con frecuencia los acompaña directamente a la cámara de oración. La espera ayuda a hacer frente a . este espíritu. Es un paso, importante que nos prepara para la confesión, que es la que sigue en nuestra lista de elementos de la oración. Bridgid Herman escribió: "El enemigo más formidable de la vida espiritual, y el último que se conquista, es el engañarse a sí mismo; y si hay una cura mejor para el engaño de sí mismo, aún está por descubrirse."
La espera no sólo prepara al guerrero de oración para la confesión en la oración, sino que realmente sirve para apartarnos de las cosas del mundo. Esperar en silencio equivale a despedirse de la conversación terrenal y de la atención a ella. Es ese puente vital que nos lleva del mundo carnal al espiritual. Este silente rendimiento del alma a Dios abre la puerta hacia el "plano superior" de su divino amor.
Algunos pensamientos del doctor Andrew Bonar ilustran este concepto. Bonar, un hombre grandemente usado por Dios, llevó cuidadosamente un diario que él nunca tuvo el propósito de publicar. Afortunadamente una de sus hijas conocía el sistema de código que él empleó, y en años posteriores pudo traducirlo. Una anotación especialmente significativa dice: "Algunas personas han logrado tener la belleza de la rosa de Sarón, y hay otras que también tienen la fragancia. Pasé hoy dos horas en oración, tratando de obtener esa fragancia.
El eslabón divino
Como ocurre con cualquier vocación espiritual digna, la espera en la oración lleva tiempo. "Paso una gran parte de mi tiempo - dije Robert Murray McCheyne - sintonizando mi corazón para la oración. Es el eslabón divino que conecta la tierra con el cielo."
No debemos apresurarnos en estos momentos de silencio espiritual. Si alguna cualidad parece típicamente "cristiana", es nuestra impaciencia con respecto al tiempo oportuno de Dios. Un santo desconocido confesó: "Muchos hombres piden en abril un regalo de fruto divino que sólo madurará en junio."
Tenemos que esperar por las mejores bendiciones de Dios, aun en la oración. Consideremos el caso de Pablo. Cuando él entregó su vida é Cristo, inmediatamente procuró una misión "Señor, ¿qué quieres que yo haga?" (Hechos.9:6). ¿Y cuál fue la respuesta de Dios? Envió a Pablo al retiro de un apacible desierto árabe.
El dedicar diez o quince minutos libres aquí o allá para oír la última predicación de un notable predicador, o para leer un éxito de librería sobre el crecimiento espiritual, nunca proveerá el alimento necesario para el verdadero desarrollo espiritual. Establecer una amistad requiere mucho tiempo. La Biblia dice: "Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero" (Éxodo 33:11¡ cursivas del autor).
No es de extrañarse que Moisés descendiera del monte con su rostro resplandeciente. _Se había encontrado con Dios "cara a cara". Ahí estaba un hombre que había esperado en un desierto antes de obtener una vislumbre de la verdadera gloria de Dios. Pero, ¡ah! qué resultados tuvo el tiempo que permaneció en el desierto! Moisés tocó a Dios, y Dios a su vez tocó a· Moisés durante aquellos años de espera.
Dedique algún tiempo a esperar en el Señor
Con respecto a la importancia de la espera espiritual, Andrew Murray escribió: "Aquí está el secreto de una vida de oración. Dedique un tiempo en la intimidad de su cuarto a postrarse y adorar; y espere en El hasta que Él se le revele, y tome posesión de usted, y salga con usted para demostrarle cómo puede un hombre vivir y andar en permanente comunión con el Señor invisible."
Esfuércese especialmente por dominar el espíritu de conversación inútil, el cual impregna la fibra misma de la vida humana. Practique el arte del silencio a lo largo del día. Un sabio escritor nos recuerda: "Olvidamos el hecho de que los santos de la antigüedad eran capaces de practicar el silencio espiritual, simplemente porque no habían adquirido nuestro moderno hábito de hablar incesantemente en la vida normal. Los días de ellos fueron de silencio, aliviados-por períodos de conversación; en tanto que los · nuestros son un desierto de -conversación, con raros oasis de silencio."
¡Ojalá que haya más creyentes que busquen sinceramente el poder del silencio sagrado! La Biblia declara: "Calle toda carne delante de Jehová; porque él se ha levantado de su santa morada" (Zacarías 2:13).
Esfuércese usted por dedicar los primeros momentos de su hora de oración a compartir silenciosamente con el Señor. Espere pacientemente una vislumbre mayor de su infinita gloria. Que nuestros corazones exclamen como el poeta desconocido:
¡Oh, ver el rostro del Salvador!
¡Ser libre del pecado y del dolor!
¡Estar en los divinos brazos
es la más dulce bendición!
En comparación, menos que nada
es la dicha terrenal lograda...
Señor, ¡enséñame a esperar!
La espera: segundo paso en la oración que cambia al mundo
- Después de los momentos de alabanza, ponga su mente y su espíritu en completo silencio en relación con el mundo.
- No piense sino pensamientos de Dios el Padre, su Hijo Jesucristo, o del Espíritu Santo.
- Si han de expresarse palabras, que sean apacibles susurros como: "Te amo, Señor'', o "Anhelo mucho tu presencia, oh Dios".
- En estos minutos de silencio, concentre toda su atención en el aspecto amoroso de la naturaleza de Dios.
La espera - La hora que cambia al mundo
Revisado por el equipo de Nexo Cristiano
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diciembre 25, 2022
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