La alabanza - La hora que cambia al mundo
- 1 -
LA ALABANZA:
un acto de adoración a la Divinidad
Jesús no les dejó a sus discípulos más que una sola oración como ejemplo en la cual basar sus oraciones. Aun cuando en la Biblia se encuentran registradas varias de las oraciones de Jesús, sólo una vez dijo El: "Vosotros, pues; oraréis así:" Esta oración se halla registrada por completo en Mateo 6:9-13, y aparece un poco abreviada en Lucas 11:2-4. Comúnmente se le ha dado el nombre de "Padrenuestro" u "Oración dominical", es decir, "Oración del Señor", aunque le iría mejor el nombre de "Oración de los discípulos". Las primeras once palabras de esta importante oración le proporcionan al· creyente una base bíblica para comenzar toda oración con un tiempo de alabanza. La oración comienza de la siguiente manera: "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre" (Mateo 6:9).
La meta de toda oración se resume en la expresión "Santificado sea tu nombre". La forma verbal "santificado" se usa en el Nuevo Testamento con referencia al nombre de Dios solamente. La palabra griega hagiazo (que es el verbo usado en el original) se traduce como nuestro verbo santificar; y significa reverenciar, hacer santo. Puesto que santificar significa separar, nuestro tiempo de oración debe incluir varios minutos, desde el mismo comienzo, durante los. cuales separamos el nombre de Dios estrictamente como objeto divino de nuestra adoración.
Durante estos minutos de alabanza, nuestro único propósito es dar gloria a Dios con nuestras palabras. Dios declaró por medio del salmista: "El que sacrifica alabanza me honrará" (Salmo 50:23) .
El fin principal
La alabanza es más que un simple aspecto de la oración. Es un modo de vida. Un antiguo catecismo presbiteriano explica: "El fin principal del hombre es glorificar a Dios y disfrutar de El para siempre." La alabanza ayuda al creyente a lograr este "fin principal". De hecho, la alabanza bien pudiera ser el "fin principal".
El hermano Lawrence, un monje del siglo XVI, resumió .exactamente este pensamiento cuando escribió: "El fin que debemos proponernos es llegar a ser, en esta vida, los más perfectos adoradores de Dios que nos sea posible ser, tal como esperamos ser a través de toda la eternidad."
¿Qué es la alabanza? En primer lugar, la _alabanza es la adoración vocal. A su vez, la adoración es el acto de rendir honor, estima y amor a la Divinidad. La palabra adoración se deriva de una antigua expresión que significaba aplicar la mano a la boca, o besar la mano. En ciertos países, el besar la mano es aún un símbolo de profundo respeto y sumisión.
El acto de la adoración vocal es importante, porque implica que reconocemos a Dios como tal. Harold Lindsell explica: "Puesto que la adoración pone al hombre en contacto inmediato y directo con Dios, en una relación de siervo a Señor, o de criatura con el Creador, es fundamental para todas las demás clases de oración."
¿Por qué colocar en primer lugar la alabanza?
Aparte del hecho de que Jesús puso en primer lugar la alabanza en su oración, hay numerosas razones para darle el primer lugar cuando oramos. Solamente la alabanza coloca a Dios en la posición correcta que le corresponde, desde el mismo comienzo de nuestra oración. Al alabar a Dios, declaramos su soberanía y reconocemos su naturaleza y su poder.
Algunos han enseñado que la confesión debe ir primero en la oración, por cuanto el pecado hace que la oración eficaz sea imposible. Es cierto, el pecado le quita el poder a la oración. Y la confesión es importante. Pero si no fuera porque Dios es amoroso y misericordioso, la confesión de pecados significaría muy poco, a pesar del lugar que se le diera en la oración. Es decir, que primero tenemos que dirigir nuestra atención hacia Dios en la oración, antes de dirigirla hacia nosotros mismos.
Otra razón principal para ofrecer la alabanza al comienzo de la oración es el hecho de que, por su misma naturaleza, la alabanza no es egoísta. Paul Billheimer afirma: "Este es uno de los más grandes valores de la alabanza: quita del centro al yo. La adoración y la alabanza demandan un cambio de centro del yo a Dios. Uno no puede alabar a Dios sin renunciar a ocuparse de sí mismo. La alabanza produce el olvido de sí mismo; y este· olvido es saludable."
Pronto descubrimos que la salud espiritual tiene sus raíces en la adoración a la Divinidad. Por eso, la alabanza es muy práctica. Es práctica, por cuanto cambia nuestro enfoque. Cuando el creyente reconoce a Dios por todo lo que Él es, pronto comprende que es a este Dios todopoderoso a quien presentará luego todas sus peticiones.
La voz de la alabanza
También es sabio ofrecer alabanza al comienzo de la oración, debido a la prioridad que se le da en la Biblia. La alabanza enciende la chispa de la victoria. Notemos el relato bíblico de cómo la gloria de Dios llenó su templo terrenal: "... cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, ... la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios" · (2 Crónicas 5:13, 14).
Al predicar sobre este pasaje, Dwight L. Moody dijo: "Salomón estuvo mucho tiempo delante de Dios en oración cuando dedicó el templo, pero fue la voz de la alabanza la que hizo descender la gloria que llenó la casa."
La alabanza no sólo abre nuestra hora de oración para que haya en ella una manifestación de la gloria de Dios, sino que prontamente hace que Satanás salga corriendo. No puede tolerar la presencia de Dios.
¿Dónde hallamos la presencia de Dios? En el Salmo 22:3 se nos recuerda que El habita "entre las alabanzas" de su pueblo. Dios manifiesta su presencia viviente en el aposento de oración saturado de alabanza. La adoración es el antídoto para el veneno de la opresión satánica.
Desarrollar la "vida de alabanza" es desarrollar cierta inmunidad contra los ataques del enemigo. Paul Billheimer sugiere además: "Satanás es alérgico a la alabanza; de modo que donde hay una alabanza masiva y triunfante, Satanás queda paralizado, atado y desterrado."
Nuestra valiosa posesión
La expresión "Alabado sea el Señor" está adquiriendo una creciente popularidad en el vocabulario de muchos creyentes en Cristo. Pero, ¿qué queremos decir exactamente cuándo exclamamos: "Alabado sea el Señor"? Básicamente, la alabanza es el acto de expresar la estima que uno le tiene a una persona por sus virtudes o realizaciones. Es expresar que tal persona es "digna de honor".
Pero ofrecer alabanza a Dios es aún más. Alabar a Dios es apreciarlo. Apreciarlo en el sentido de valorarlo, calcular su valor. Durante nuestro tiempo de alabanza apreciamos y estimamos a Dios con nuestras palabras de adoración. Apreciar significa "hacer estimación de la excelencia de una· persona". En la alabanza, reunimos mentalmente todos· los hechos que conocemos acerca de Dios, y los expresamos con palabras. La alabanza llega a ser en sentido literal, "fruto de labios" para Dios (Hebreos 13:15).
Por cuanto la alabanza ha de expresar verbal mente nuestra estima a Dios, parece improbable que podamos agotar ninguna lista potencial de posibilidades para alabar a Dios. Las siguientes son sólo unas pocas sugerencias bíblicas para los momentos en que usted esté ministrando al Señor por medio de la alabanza.
En primer lugar, debemos alabar a Dios por su nombre. El salmista dijo: "No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria" (Salmo 115:1). Aun cuando a través del Antiguo Testamento se dan varios títulos que describen a Dios, el verdadero "nombre del Señor'' no se nos revela específicamente, hasta que llegamos a las páginas del Nuevo Testamento. Su "nombre" es él Señor Jesucristo.
Honra grandemente a Dios cuando tomamos tiempo durante la oración para "apreciar" el nombre de Jesucristo con palabras de alabanza. Un anciano maestro bíblico declaró una vez: "Si usted quiere ponerse a bien con Dios, simplemente ensalce a su Hijo Jesucristo."
Cuando alabamos el nombre de Jesús en la oración, podemos usar expresiones de la Biblia, como las que utilizó Isaías: "... y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz" (Isaías 9:6).
En segundo lugar, debemos alabar a Dios por su justicia. Todo lo que es Dios merece nuestra alabanza. El salmista entonó: "Y mi lengua hablará de tu justicia y de tu alabanza todo el día" (Salmo 35:28).
Ser justo significa "satisfacer las normas de lo que es recto y justo". Dios hace más que satisfacer ciertas normas; El mismo es la norma. Todo lo que un guerrero de oración puede imaginar con respecto a la fidelidad, a la justicia y a la misericordia de Dios, puede convertirse en tema para esos momentos de alabanza.
En tercer lugar, debemos alabar a Dios por su infinita creación. El salmista dijo en forma sucinta: "Alabadle por sus proezas" (Salmo 150:2).
Por el hecho de que se nos desafía a alabar a Dios "por sus proezas", la alabanza no tiene límites. Dios creó incontables especies de plantas y animales, cada una de las cuales constituye una base individual para la alabanza. El alcance de la alabanza va desde las minúsculas partículas que forman el átomo hasta las galaxias espirales que componen el universo. Toda la creación es una mina de alabanza.
Finalmente, debemos alabar a Dios por su Palabra. Durante los momentos de más profunda depresión, el rey David escribió: "En Dios alabaré su palabra" (Salmo 56:10).
¿Cómo alabamos la Palabra de Dios? La respuesta se nos revela en Salmo 19:7-9. Nótese este excelente esquema para alabar la Palabra de Dios. Podemos ofrecer alabanza porque....
- "La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma."
- "El testimonio de Jehová· es fiel, que hace sabio al sencillo."
- "Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón."
- "El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos."
- "El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre."
- "Los juicios de Jehová son verdad, todos justos."
En verdad, las posibilidades para alabar a Dios se extienden más allá de los límites de nuestra imaginación. Por cuanto Dios no tiene límites, nuestra alabanza es ilimitada.
Al comienzo de la oración, tome usted tiempo para reconocer todo lo que Dios es. Exprese vocalmente estos pensamientos. Y no se apresure a pasar de la alabanza, hasta que haya tomado un tiempo adecuado para adorar a Dios con sus palabras de reconocimiento...
Señor, ¡enséñame a adorarte!
La alabanza: primer paso en la oración que cambia al mundo.
- Santifique (o aparte) un tiempo al comienzo de su oración específicamente para· alabar a Dios.
- Seleccione un tema específico de alabanza, como la justicia de Dios, su Palabra, su creación.
- Haciendo uso del tema seleccionado, exprese vocalmente todo lo que Dios es.
Amplíe su tema hasta donde le sea posible. A medida que transcurre su tiempo de alaban za, permita que Dios le revele nuevos temas para la adoración.
La alabanza - La hora que cambia al mundo
Revisado por el equipo de Nexo Cristiano
on
diciembre 25, 2022
Rating: