Avivamiento - ¿Practica la Iglesia lo que predica?, por Warren W. Wiersbe

¿Practica la Iglesia lo que predica?, por Warren W. Wiersbe

Capítulo 12

Avivamiento  

¿No volverás a darnos vida para que tu pueblo se regocye en ti? . 
Salmo 85:6  

¿ Tiene el lector una pintura favorita? Supongo que un buen psiquiatra podría deducir mucho sobre nosotros con sólo estudiar nuestros cuadros predilectos. Quizá no deberíamos atrevernos a revelar cuáles son.  

Y bien, voy a correr ese riesgo. Uno de mis cuadros favoritos es The Prophet Jeremiah Contemplating the Destruction of Jerusalem  (El profeta Jeremías contemplando la destrucción de Jerusalén), de Rembrandt. Cuando mi esposa y yo visitamos el Reijksmuseum de Amsterdam, compré una reproducción pequeña de la pintura, la enmarqué y la coloqué en mi estudio. La estoy viendo en estos mismo instantes.  

Este cuadro me gusta porque Jeremías es mi profeta favorito y porque mi ministerio me motiva a seguir adelante a pesar de que parece que estoy fracasando. De vez en cuando examino el cuadro y digo:  

— Y bien, amigo mío, te vez vencido, ¡pero qué éxito tuviste! iGracias por haber sido fiel, gracias por inspirarme hoy día!  

Jeremías fue un gran hombre. Los tiempos problemáticos generan tanto gigantes como enanos. "Cuando veo a hombres pequeños proyectar sombras largas, es un indicio de que el sol está en su ocaso". Leí en algún sitio que Walter Savage Landor escribió esta frase hace más de cien años, y vale la pena repetirla: "Cuando veo hombres pequeños proyectar sombras largas, es un indicio de que el sol está en su ocaso". Me pregunto cómo nos evaluaría Jeremías a nosotros y nuestras sombras hoy día.  

 "Cuando veo a hombres pequeños proyectar sombras largas, es un indicio de que el sol está en su ocaso".


Es difícil y peligroso ser un individuo que marcha tras su propio estandarte. Henrik Ibsen escribió: "Dios separa primero al hombre a quien ordena matar en la lucha de la vida". Podríamos parafrasear esto como sigue: "El cristiano a quien Dios desea bendecir y utilizar en la crisis actual, debe tener el valor para ser distinto y la convicción para seguir el derrotero correcto, suceda lo que suceda."  

En última instancia, no cambiamos las cosas leyendo libros o poniéndonos de acuerdo unos con otros. Las transformamos poniéndonos a la disposición de Dios y obedeciéndolo para que El pueda obrar a través de nosotros.  

¿Qué clase de personas necesita la iglesia hoy día?  

La iglesia necesita personas con discernimiento, gente que sepa que la caída de un ministerio no exige la condenación de todos ellos. No habría nada que agradara más al enemigo que el que todos los santos comenzaran a desacreditarse unos a otros y a obstaculizar la obra de Dios ante un mundo lleno de crítica. El autor de la confusión es Satanás, no Dios.  

Lea los siguientes extractos de algunas de las cartas que llegaron a mi escritorio poco después de que estallara el escándalo del PTL. Estoy seguro de que son cartas típicas de las que recibieron mis compañeros de emisiones.  

Mi marido inconverso se niega a enviar ayuda económica a cualquier organización cristiana este escándalo ha lesionado profundamente la obra del Señor y no es fácil ser cristiano en estos días. La situación es crítica en mi hogar.  

Suprima mi nombre de su lista de correspondencia y agradézcaselo a Jimmy y Tammy Bakker.  

En vista de algunos sucesos actuales, muy desafortunados, la congregación ha encargado a nuestro Comité de Misiones que obtenga estados de cuentas financieros de cada una de las organizaciones que ayudamos a sostener. (Lo hicimos con gusto, no tenemos nada qué ocultar.)  

¡Qué vergüenza da todo este escándalo de la televisión!  

Lo único que pido es que más personas abran los ojos a la verdad.  

Yo sirvo a Dios y alabo su nombre, y no me dice que le envíe dinero a usted... El no bendecirá a ninguno de la tribu del PTL — incluyéndolo a usted. ¡Que Dios tenga misericordia de usted!  

Me sorprendí al enterarme de que "La Biblia dice..." era parte de "la tribu del PTL". No obstante, lo único que logra esa carta es corroborar mi punto de vista: Los cristianos de hoy día necesitan desesperadamente un discernimiento más claro. Si no somos cuidadosos, caeremos en las manos del enemigo, debilitaremos la causa de Cristo y destruiremos la obra de Dios. Puedo asegurarles que este tipo de reacción tendrá consecuencias trágicas para la obra de Dios en todas partes, incluyendo las iglesias locales y los esfuerzos para alcanzar el mundo a través de las misiones.  

El pueblo de Dios debe luchar, como nunca antes, contra el enemigo verdadero, con el espíritu adecuado, sin descuidar la obra que Dios nos encargó que hiciéramos. Al igual que los trabajadores de Nehemías, debemos guerrear y construir al mismo tiempo, con una espada en la mano y una herramienta en la otra. El discernimiento espiritual se da a aquellos que conocen su Palabra, la obedecen y dependen del Espíritu de Dios.  

La iglesia necesita también individuos devotos a Cristo Jesús. Sé que esto suena a algo trillado; pero, ¿cuál sería una mejor manera de decirlo? Jesús nos hace la pregunta que le dirigió a Pedro: "¿Me amas más que éstos?" (Juan 21:15). Lo más importante del pueblo de Dios no es que amemos a las almas perdidas o incluso a nuestros hermanos en el Señor, sino que amemos a Cristo Jesús. Sólo entonces podremos alimentar sus corderos, apacentar sus rebaños y luchar contra los lobos.  

Vance Havner escribió: "El avivamiento es un nuevo enamoramiento de la iglesia con Cristo Jesús. Tal vez estamos enamorados de nosotros mismos, de nuestro grupo, de nuestro fundamentalismo; pero no de El."  

La gente se muestra estupefacta cuando le digo que no voy a la iglesia a escuchar un sermón o a tener compañerismo con el pueblo de Dios, aunque ambas cosas me son placenteras, asisto a la iglesia en el día del Señor a testificar que Jesucristo vive y a adorarlo. En realidad, inicio cada día, temprano, adorándolo a El. Si el Señor tiene mi corazón, puede darme todo lo que desee.  

Siento un temor pavoroso por el deterioro espiritual del individuo, de tener un nombre de que vivo cuando en realidad estoy muerto. El hecho de que participe en un ministerio no constituye ninguna protección. Cada ministerio puede crear oportunidades para que el enemigo trabaje. Las palabras cautelosas de George MacDonald me cautivan:  

— Un hombre puede hundirse de un modo tan sutil, que mucho tiempo después de que se ha convertido en un malvado seguirá siendo un buen asistente a la iglesia o un no conformista, y seguirse considerando un buen cristiano.  

La crisis actual no la resolverán los cristianos que derivan su alimento y sus armas de segunda mano. Se resolverá gracias a personas que caminan con Dios, se alimentan de su Palabra, tienen fortaleza para la batalla y saben usar la espada del Espíritu. Necesitamos regresar a las disciplinas espirituales de la vida, de antaño, las que practicaron nuestros padres y nuestras madres, disciplinas que nuestra generación desechó calificándolas de "legalismo". Necesitamos volver a cavar las cisternas antiguas y llamarlas por sus mismos nombres de la antigüedad (véase Génesis 26:18).  

La iglesia necesita personas que sean hacedoras de la palabra y no tan sólo oidoras, porque la crisis no la van a resolver los espectadores ni los generales de "butaca". ¡Dios se apiade de nosotros! Predicamos unidad y seguimos "las cosas a nuestra manera" incluso cuando afecta el trabajo de otros. Predicamos la separación del mundo, pero practicamos el "conformismo". Predicamos el amor y luego nos regocijamos secretamente cuando una hermana o un hermano caen. Somos tan tolerantes con el pecado en nuestras propias vidas y en las de los demás, que no nos atrevemos a hablar de un modo muy concreto en nuestros sermones.  

Necesitamos un avivamiento  

De nuevo, esto parece algo trillado; pero es la verdad. Necesitamos un avivamiento, una nueva vida, una nueva pureza, un nuevo amor, una nueva unidad y un nuevo poder. ¡Ah, cómo necesitamos todo esto! ¡Cómo lo necesito yo! No porque en este mundo perdido hay miles de millones de personas que necesitan oír el evangelio, no porque la iglesia necesita una buena limpieza, no porque nos sentimos avergonzados y apenados y deseamos recuperar nuestra buena imagen. No porque hemos perdido integridad y el mundo ya no confía en nosotros.  

Necesitamos el avivamiento porque no hemos estado honrando a Dios y dándole a El la gloria que merece. Cuando Dios no se glorifica, todo lo demás está mal. El avivamiento cura las causas, no los síntomas. El avivamiento es radical, va hasta la raíz misma de las cosas.  

Analicemos las palabras de Richard Owen Roberts, una de las autoridades sobre el avivamiento.  

No hay absolutamente ninguna duda en mi mente de que un pueblo avivado glorificará a Dios de un modo que no puede hacerlo cuando se aparta de El. Cuando hombres y mujeres aprenden a glorificar a Dios, realmente comienzan a gozar de su compañía y su gozo no será temporal sino eterno. Cuando se glorifica a Dios y se goza de su presencia, uno se separa con entusiasmo y gratitud de la búsqueda básica de los placeres temporales. Lo que en un tiempo fue tedio y restricción del espíritu del hombre se transformará en libertad y placer absolutos. Lo que antes era gozo completo, se convertirá en conducta repugnante y depravada, más apropiada para los habitantes despreciables del infierno que para ciudadanos nobles de la tierra creados a la imagen de Dios.  

Seamos prácticos. ¿Qué debemos hacer usted y yo para promover el advenimiento del avivamiento que necesitamos tan urgentemente?  

Arrepentirnos. Esto significa ser sinceros respecto a nuestros pecados tanto personales como en nuestras organizaciones. Significa despreciar nuestros pecados, confesarlos, volvernos de ellos, restituir a quien haga falta y tomar las medidas necesarias para no repetirlos.  

Los que dirigimos ministerios paraeclesiásticos necesitamos tener la certeza de que somos sinceros con nuestros seguidores y amo- rosos con los directores de otros ministerios. Es preciso que confesemos que tenemos espíritus competitivos y críticos, y tal vez incluso celosos. Tal vez necesitemos celebrar una reunión cumbre de dirigentes cristianos, no para promover sino para orar. Necesitamos allegarnos con corazones quebrantados y no con mentalidades infladas, a confesar nuestros pecados, en lugar de alardear de nuestras estadísticas. Es preciso confesar nuestras diferencias personales y las de nuestras organizaciones, y tomar las decisiones adecuadas para colaborar unidos en amor.  

Lo que acabo de decir respecto a los dirigentes de actividades paraeclesiásticas se aplica también a pastores y oficiales de iglesias, misioneros, líderes denominacionales, todos aquellos que tratan de servir al Señor.  

¡Estas palabras se antojan tan débiles en el papel! ¡La Palabra de Dios puede expresarlo mucho mejor!  

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra (2 Crónicas 7:14).  

Volvernos. Tal vez nuestros ministerios se han desviado poco a poco de los propósitos por los que fueron creados, Entonces, volvamos a las metas originales, elevadas y santas, deshagémonos de todo lo que obstaculiza el camino para satisfacerlas, no importa cuán costoso resulte este proceso. Recortemos nuestros personal, reduzcamos nuestros presupuestos y trabajemos con mayor ahínco y durante más horas para hacer rendir nuestros recursos. Descubramos lo que Pablo quiso decir cuando escribió: "Como pobres, mas enriqueciendo a muchos" (2 Corintios 6:10).  

Volvamos a los principios fundamentales de la Palabra de Dios, a las verdades fundamentales sobre las que hablamos; pero que no siempre practicamos. Seamos primeramente cristianos y después ejecutivos en nuestra predicación, en la obtención de fondos, promociones y administración. Celebremos más reuniones de oración y menos reuniones de comités, más tiempo con la Palabra, más preocupación personal los unos por los otros. Descubramos lo que le agrada al Señor, no lo que divierte los oídos del público cristiano.  

Lamento mucho si esto suena a sermón; pero recuerde que me estoy predicando a mí mismo también. En muy poco tiempo, algunos de nosotros abandonaremos la escena para dar paso a una nueva generación de cristianos y deseo que mis últimos años de servicio tengan una influencia positiva en Su iglesia. No quiero pasar los días que me restan haciendo rutinariamente programas de radio, escribiendo libros y artículos y predicando sermones. Deseo experimentar un toque fresco de parte de Dios para que mi ministerio ayude a Su pueblo, en todas partes, a tomar un nuevo dominio de su vida y su servicio a Cristo.  

Arrepentirnos.  

Volver.  

Regocijarnos. "¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en ti?" (Salmo 85:6).  

Durante mucho tiempo nos hemos estado regocijando por las cosas equivocadas: presupuestos, edificios, estadísticas, experiencias emocionales, popularidad, reconocimiento académico, influencia...de todo, menos de Dios. Hemos confundido nuestros valores. A esto se debe que los movimientos religiosos de los últimos cincuenta años no hayan generado un avivamiento. Creíamos que nuestras multitudes y los que se convertían eran prueba de que Dios estaba restaurando a una iglesia enferma; pero estábamos equivocados. Nuestros esfuerzos no restauraron a la paciente, sólo la agitaron un poco y le dieron la fuerza suficiente para volverse del otro lado y regresar a su sueño.  

Repito lo que dije: Hemos confundido nuestros valores ¡Y nos sentimos tan a gusto en este lazo que nosotros mismos hemos fabricado, que ni siquiera queremos salir de él! Los intereses creados dentro del mundo evangélico son descomunales y el avivamiento tendría un precio económico. Para cualquier pastor o dirigente paraeclesiástico quien, como el rey Amasías, esté preocupado por perder dinero, permítame decirle: "Jehová puede darte mucho más que esto" (2 Crónicas 25:9).  

Comencemos orando por un avivamiento e incluyamos a las personas con quienes no estamos de acuerdo. Bob Cook acostumbraba recordarnos en la YFC que Dios bendice a las personas con quienes estamos en desacuerdo. La oración ferviente no exige que establezcamos una organización nueva o que preparemos una lista de direcciones postales. Si todos nosotros, en nuestras iglesias locales y diversos ministerios, comenzamos a orar por el avivamiento, y perseveramos en la oración en favor de él, Dios comenzará a obrar. Escuchemos lo que dijo el doctor D. Martyn Lloyd-Jones:  

No veré ninguna esperanza hasta que cada miembro de la Iglesia esté orando por un avivamiento, quizá reuniéndose en diferentes hogares, congregándose en grupos entre amigos, reuniéndose unánimes en las iglesias, donde mejor les parezca, y orando con intensidad y fervor por un derramamiento del Poder de Dios...no hay esperanza mientras no hagamos esto.  

Declaremos nula la competencia entre cristianos. No es realmente importante quién es el mejor predicador, cantante o autor, o quien tiene la escuela dominical o el presupuesto de misiones más voluminoso. Dios sabe y El da las recompensas. Mientras tanto, hay trabajo por hacer.  

Amémonos unos a otros y demostrémoslo hablando con verdad y amor (Efesios 4:15). Antes de imprimir algo, oremos y asegurémonos de que estamos obedeciendo el pasaje de Filipenses 2:3: "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo".  

Experimentemos una preocupación sincera por el ministerio de otros para alentarnos mutuamente y orar los unos por los otros. Hay muchos dirigentes cristianos que están en dolor y necesitan nuestra ayuda. ¿Quién es el pastor del pastor? ¿Quién levanta el ánimo del ministro de los medios masivos de comunicación, al autor, al cantante, al ejecutivo misionero?  

No olvidemos que Jesús nos dejó aquí para ser sus testigos y decirle a la gente cómo ser salva. Jesús no está construyendo un "salón de la fama", está edificando su iglesia.  

Este libro se ha ocupado de la crisis de integridad que usted y yo debemos ayudar a resolver. Las noticias sobre la crisis pueden cambiar; pero eso no significa que la situación haya mejorado o el problema esté resuelto. Si el problema no se resuelve, el testimonio de la iglesia se verá afectado durante años enteros en el futuro. Es preciso resolverlo.  

Me han dicho que el "tipo" chino correspondiente a crisis es una combinación de otros dos que significan "peligro" y "oportunidad". Esta es una descripción perfecta de la situación actual de la iglesia; pero el mayor peligro al que nos enfrentamos es que quizá desperdiciemos nuestra oportunidad. Si la gente de los medios masivos religiosos continúan como si nada hubiera sucedido, los peligros aumentarán y tal vez destruyan las oportunidades.  

Tenemos una tarea difícil. Estamos reconstruyendo en un día de oprobio. Con la gracia de Dios, éste se puede convertir en un día de avivamiento, y usted y yo podemos ayudar a que se produzca este cambio.  

"Haced todo lo que os dijere" (Juan 2:5).  

Avivamiento - ¿Practica la Iglesia lo que predica?, por Warren W. Wiersbe Avivamiento - ¿Practica la Iglesia lo que predica?, por Warren W. Wiersbe Revisado por el equipo de Nexo Cristiano on junio 05, 2024 Rating: 5
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