Plan personal de oración diaria de 12 pasos
¿Anhelas una vida de oración vibrante, una conexión profunda con lo divino que te impulse hacia un propósito mayor? Dick Eastman, en su libro "La hora que cambia al mundo" nos tiende la mano e invita a aceptar un desafío transformador: dedicar una hora diaria a la oración. Puedes conocer más sobre este libro desde este enlace
Descubre cómo este plan práctico puede convertir tu oración en un hábito gozoso, un deleite diario con el Señor, que te eleva a experiencias enriquecedoras.
Que esta hora de oración no solo te llene de contentamiento, sino que también alegre el corazón de nuestro Padre celestial.
Plan de oración personal de doce pasos
Pasos I al IV
La alabanza: Un acto de adoración a la Divinidad
- Comenzamos verbalizando una alabanza para Dios, esto indica que estamos reconociendo a Dios como Dios.
- Jesús les dejó a sus discípulos una sola oración como ejemplo en la cual basar sus oraciones. (Mt 6:9-13).
- Las primeras once palabras de esta importante oración nos proporcionan una base bíblica para comenzar toda oración con un tiempo de alabanza: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” (v 6)
- Santificar significa “reverenciar”; “hacer santo”; “apartar algo del uso común para un uso exclusivo y único”.
- La alabanza es más que un simple aspecto de la oración. Es un modo de vida.
- El fin principal que debernos proponernos es llegar a ser, en esta vida, los más perfectos adoradores de Dios que nos sea posible.
- Porque Jesús lo hizo.
- Porque al alabar a Dios, declaramos su soberanía y reconocemos su naturaleza y su poder.
- Porque quitamos del centro al “yo”. La alabanza y la adoración demandan un cambio de centro, del “yo” a “Dios”.
- En 2Cr 5:13-14 Fue la voz de la alabanza la que hizo descender la gloria de Dios que “llenó la casa”.
- En el Salmo 22:3 se nos recuerda que Él habita “entre las alabanzas” de su pueblo. Dios manifiesta su presencia viviente en el aposento de oración saturado de alabanza.
- En la alabanza, unimos todos los hechos que conocemos acerca de Dios y los expresamos con las palabras.
- Es una ofrenda que le damos a Dios: “ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él (Jesucristo), sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” (Heb 13:15).
- Sugerencias: Alabemos a Dios por su Nombre (Sal 115:1), por su Justicia (Sal 35:28), por su Creación (Sal 150:2), por su Palabra (Sal 56:10; 19:7-9).
- Apartemos un tiempo al comienzo de nuestra oración únicamente para alabar a Dios.
- Seleccionemos un tema específico de alabanza, como la justicia de Dios, su Palabra, su Creación.
- Haciendo uso del tema seleccionado, expresemos vocalmente todo lo que Dios es.
- Ampliemos el tema hasta donde le sea posible. A medida que transcurre el tiempo de alabanza, permitamos que Dios nos revele nuevos temas para la adoración.
La espera: Un acto de sumisión del alma
- La Biblia contiene numerosas indicaciones respecto esperar: "esperare en tu nombre (Sal 52:9), "En Dios solamente está acallad mi alma" (Sal 62:1), "Mi alma espera al Seño más que los centinelas a la mañana" (Sal 130:6), "Los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas" (ls 40:31).
- La espera es un tiempo de amor en silencio. En la espera decimos suavemente: "Dios, te amo."
- En gran medida el tiempo que dedicamos a la espera pudiéramos llamarlo "adoración sin palabras". Es una relación de amor espiritual con una íntima unión sobrenatural. El profesor Ole Hallesby llamó a esta intimidad "la comunión del alma con Dios en la oración".
- Juan de Damasco, el antiguo teólogo griego, definió la espera como "la elevación de la mente hacia Dios.
- La más elevada adoración consiste en asociarnos totalmente con Él.
- Es la forma más íntima de comunión en que la criatura adora a su Creador, lo finito ante lo Infinito, lo frágil ante el Todopoderoso, la nada ante el Todo.
- Es un paso importante que nos prepara para la confesión.
- Esperar en silencio equivale a despedirse de la conversación terrenal y de la atención a ella. Es ese puente vital que nos lleva del mundo carnal al espiritual.
- Este silencioso rendimiento del alma a Dios nos abre la puerta hacia el plano superior de su divino amor.
- "Paso una gran parte de mi tiempo -dijo Robert Murray McCheyne- sintonizando mi corazón para la oración. Es el eslabón divino que conecta la tierra con el cielo."
- Tanto Moisés como el apóstol Pablo tuvieron un tiempo de espera (capacitación) antes de que sus ministerios se iniciaran y desarrollaran.
- Dediquemos un tiempo en la intimidad de nuestro cuarto a postrarnos y adorar, y esperemos en Él hasta que se nos revele y tome posesión de nosotros, y salga con nosotros para demostrarnos cómo puede un hombre vivir y andar en permanente comunión con el Él.
- El profeta Zacarías dijo: "Calle toda carne delante del Señor; porque él se ha levantado de su santa morada." (Zac 2:13).
- Esforcémonos por dedicar los primeros momentos de nuestra hora de oración a compartir silenciosamente con el Señor. Esperemos paciente¬ mente un vislumbre mayor de su infinita gloria.
- Después de los momentos de alabanza, pongamos nuestra mente y espíritu en completo silencio en relación al mundo.
- No pensemos sino pensamientos de Dios el Padre, su Hijo Jesucristo, o del Espíritu Santo.
- Expresemos palabras, que sean apacibles susurros como: "Te amo, Señor", o "Anhelo mucho tu presencia, oh Dios".
- En estos minutos de silencio, concentremos toda nuestra atención en el aspecto amoroso de la naturaleza de Dios.
La confesión: Un acto de admisión declarada
- La palabra griega del Nuevo Testamento que se tradujo confesar, significa, estar de acuerdo con Dios en lo que se refiere a la opinión que Él tiene sobre cualquier asunto. También significa admitir mi culpa.
- Cuando confesamos nuestros pecados, estamos de acuerdo con Dios en lo que se refiere al pecado en nuestra vida, tal como Él nos lo ha revelado en su Palabra.
- La confesión es un sincero reconocimiento de lo que somos. Confesamos nuestros pecados porque necesitamos reconocer que hemos pecado, no porque Dios lo necesita saber.
- Mi vida de oración jamás podrá ser superior a mi vida personal en Jesucristo. Si mi vida personal se mezcla demasiado con el mundo mi vida de oración sufre. El salmista dice esto de manera clara: "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado." (Sal 66:18).
- La confesión es la parte más dolorosa de la oración personal. La confesión específica y sincera de nuestros propios pecados no es un ejercicio gozoso; y el hecho de despreciarnos a nosotros mismos, aunque sea saludable, no es agradable. Pero nos permite que lo malo salga plenamente a la luz, sin excusa y con propio. Al fin y al cabo, es inútil que aparentemos delante de Dios.
- Este acto de declarada admisión le proporciona a Dios acceso a nuestro corazón, y quita todos los obstáculos para la oración eficaz. Bien pudiera describirse como una obra de cirugía espiritual. La confesión sana la herida que el pecado ha producido en nuestros corazones.
- El Espíritu Santo obra mejor por medio de un vaso limpio, y la confesión comienza ese proceso de purificación.
- Spurgeon señala: "Una oración sin arrepentimiento, no tiene aceptación. Si sobre ella no ha caído ninguna lágrima, está marchita. Tiene que haber confesión de pecado delante de Dios; de lo contrario, nuestra oración es defectuosa."
- David nos ofrece un modelo práctico de cuatro partes (Sal 51:10-11). David pide:
- Santidad divina: “crea en mi un corazón limpio”.
- Una actitud divina: “renueva un espíritu recto dentro de mí”.
- Dirección divina: “No me eches de delante de ti”.
- Unción divina: “no quites de mí tu santo Espíritu”.
- “Y entrando los sacerdotes dentro de la casa del Señor para limpiarla, sacaron toda la inmundicia que hallaron en el templo del Señor, al atrio de la casa del Señor; y de allí los levitas la llevaron fuera al torrente de Cedrón.” (2Cr 29:16).
- “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1Co 6:19).
- Inmediatamente después del tiempo de espera silenciosa, pidamos a Dios que escudriñe nuestro corazón para ver si hay algún pecado no confesado.
- Examinemos mentalmente nuestras actividades recientes para descubrir posibles fallas que sea necesario confesar.
- Confesemos cualesquier pecado específico de que nos sintamos culpables, bien sea contra Dios o contra el prójimo.
- Confesemos que necesitamos la dirección divina y la unción sobrenatural de Dios.
La oración saturada de Biblia: Un acto de apropiación por fe
- Jesús señalo: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mt 4:4).
- Pablo dijo: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.” (Ro 10:17).
- Una medida plena de la Palabra de Dios y de oración cada día, nos da una vida saludable y poderosa.
- Nuestro tiempo de oración, no importa cuán intenso sea, nunca está verdaderamente completo sin el alimento divino que sólo se halla en la Palabra de Dios.
- George Muller dijo: “Nunca he hecho una oración que no haya sido contestada”. Y señalo: “El secreto de recibir respuestas a la oración está en la manera como el cristiano aplica la Palabra de Dios mientras ora.”
- La Palabra de Dios es más que un mero fundamento para la oración eficaz; es la sustancia real de ella.
- Al incluir la Palabra de Dios directamente en nuestra oración, estamos incluyendo directamente el poder de Dios en nuestra oración.
- Tres pasos recomendados para una oración saturada de Biblia:
- Seleccionemos un texto (párrafo) de la Biblia.
- Leamos cuidadosamente el texto seleccionado deslizando el dedo de versículo en versículo, en el momento que descubramos una versículo (o dos) que impresione nuestro corazón con una verdad particular, nos detenemos y meditamos en lo que el versículo nos está diciendo y reflexionamos en cada aspecto de ese pasaje.
- Evaluemos detenidamente la manera en que dicho pasaje pudiera transformarse en una petición particular y construyamos una oración personal “enriquecida” con esa promesa de Dios.
- Recordemos que nuestra meta, como guerreros de la oración, es desarrollar un hábito de devoción que sea completo y bien equilibrado.
- Cuando incluimos la Escritura en nuestra hora de devoción, pidamos a Dios que su Palabra alimente nuestra naturaleza espiritual, así como el pan material alimenta el cuerpo físico.
- Examinemos un pasaje, ya sea de los Evangelios, de las Epístolas del Nuevo Testamento, de los Salmos o de los Proverbios. Busquemos con cuidado maneras específicas de aplicar cada versículo a la oración.
- Cuando estudiemos un versículo (o varios), preguntemos qué petición nos impulsa a hacer tal pasaje, o qué promesa contiene que respalde directamente una petición específica.
- Desarrollemos oraciones basadas en los pensamientos y frases de un versículo (o versículos) de la Biblia, y hagamos esas oraciones con nuestra confianza puesta en el Señor.
Pasos 5 al 8
La oración en vela: Un acto de conciencia mental
- Jesús nos mandó diciendo: "Velad y orad" (Mateo 26:41; Marcos 14:38), y Pablo también exhorta a los creyentes señalando: "Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias" (Colosenses 4:2).
- Velar significa “estar despierto o vigilante”; es estar despierto a fin de vigilar. También puede significar una “observación cuidadosa”, o “estar alerta”.
- Velar en oración y súplica significa que tenemos la capacidad espiritual para discernir las asechanzas de Satanás y descubrir el propósito y los medios de éste (1Pe 5:8).
- En el contexto de la batalla espiritual el apóstol pablo dijo: “. . . orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Ef 6:18).
- Para orar correctamente, tenemos que estar mentalmente alertas y vigilantes. Muchas oraciones son entorpecidas por un estado de ánimo embotado y amodorrado.
- Como los vigilantes en las murallas de los tiempos bíblicos, nosotros debemos estar alertas y atentos, no adormecidos y soñolientos. Debemos estar conscientes de los planes del enemigo (Is 26:6).
- La principal responsabilidad del guarda era la de advertir a los habitantes que se acercaban los enemigos.
- Debemos estar conscientes de los diversos modos en que Satanás trata de impedir la eficacia de nuestra oración.
- Especialmente debemos guardamos de la oración carente de propósito.
- También tenemos que estar conscientes de las "asechanzas del diablo", en lo que se refiere al plan de Dios en todo el mundo.
- Desarrollemos un plan de oración que nos ayude a observar.
- En primer lugar, leamos artículos que nos permitan estar espiritualmente conscientes de las necesidades específicas del mundo.
- En segundo lugar, durante la oración, reflexionemos acerca de las noticias del día. Los problemas económicos, la sociedad civil, los cambios políticos y aun las condiciones meteorológicas que pudieran afectar positiva o negativamente el cumplimiento de la Gran Comisión.
- Finalmente, y ciertamente lo más importante, pidamos a Dios la ayudad de su Espíritu Santo para que nos indique exactamente qué debemos pedir en la oración, y en qué forma debemos hacerlo.
- Pablo les dijo a los creyentes de Roma: ''Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" (Ro 8:26, 27).
- En la Biblia se nos aconseja dos veces a "orar en el Espíritu" (Ef 6:18; Jud 20).
- Dios desea sinceramente revelarnos secretos especiales durante la oración, a fin de ayudamos a orar más específicamente por necesidades particulares. Velar en oración es abrir nuestros ojos espirituales para percibir tales secretos. Debemos permitir que el Espíritu Santo nos ilumine durante la oración.
- Pronto le será dada a nuestra oración una dimensión completamente nueva. Veremos lo que no es posible ver.
- Ver y/o percibir en nuestro interior rostros de personas o circunstancias, de forma repetitiva, puede ser una indicación de que el Espíritu Santo nos está guiando a orar en cierta dirección específica.
- Andrew Murray afirmó: "La gran lección para todo momento de oración es, ante todo, que usted se encomiende a la dirección del Espíritu Santo, y dependiendo completamente de Él le conceda el primer lugar; porque por medio de Él, su oración tendrá un valor que usted no puede ni imaginar, y por medio de Él usted también aprenderá a expresar sus deseos en el nombre de Cristo."
- Apartemos algunos minutos durante la oración para estar espiritualmente alerta. Vigilemos los métodos que Satanás pudiera tratar de usar para impedir nuestro andar cristiano ese día. Reclamemos en oración el poder para vencer a Satanás en cada uno de estos aspectos.
- Leamos páginas web de organizaciones eclesiásticas y/o de evangelización misionera, que nos ayuden a estar alertas con respecto a las necesidades específicas que haya en la obra del Señor en todo el mundo.
- Recordemos en la oración los diversos acontecimientos de noticias internacionales que merecen oración especial.
- Pidamos a Dios que por su Espíritu Santo nos revele otros asuntos de tipo espiritual relacionados con esas necesidades. Esto nos ayudará a orar con más inteligencia por dichas necesidades.
La intercesión: Un acto de intensa súplica
- La intercesión es el método usado por Dios para envolvernos completamente en sus planes de salvación para la humanidad. Nos colocamos entre una persona y/o el mundo perdido y el Dios Todopoderoso.
- La intercesión es el método de Dios para que sus seguidores participen de manera más completa en la totalidad de su plan. De ningún otro modo puede el creyente llegar a participar tan plenamente en la obra de Dios, especialmente en la obra de evangelización del mundo, como en la oración intercesora.
- La intercesión constituye el alcance más amplio de la oración. No hay ninguna otra forma de oración que se extienda a todo el mundo como la oración intercesora.
- E. M. Bounds explica: "La oración debe ser de amplia esfera de acción: debe suplicar por otros. La intercesión a favor de otros es el sello distintivo de toda verdadera oración. . .La oración es el alma del hombre movida suplicar a Dios a favor de los hombres.”
- La intercesión es mucho más que simplemente orar por otros. Es un intenso clamor, es involucrarnos en una batalla real a favor de otros. Hay cierto espíritu de austeridad que debe acompañar a gran parte de la intercesión.
- Jesús nos enseñó a orar de forma inclusiva (Mt 6:9-13): “Padre nuestro”, “el pan nuestro dánoslo”, “perdónanos nuestras deudas”, “como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, “no nos metas en la tentación”, “líbranos del mal”.
- E. M. Bounds señala: "Las oraciones a favor de los hombres son mucho más importantes que las oraciones por las cosas, por cuanto los hombres conciernen más hondamente a la voluntad de Dios y a la obra de Jesucristo que las cosas.”
- Jesús enseñó: "Y orando, no uséis vanas peticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos" (Mateo 6:7).
- Jesús no nos dice que no hagamos repeticiones, sino, que no hagamos “vanas” repeticiones (repeticiones “huecas”, “vacías”) como “los gentiles” (personas que no conocen al Dios verdadero).
- En Getsemaní, Jesús mismo hizo tres veces una oración, "diciendo las mismas palabras" (Mateo 26:44). El rey David repitió una oración de alabanza 26 veces en el Salmo 136.
- No una ni dos veces, sino en cuatro ocasiones específicas, el apóstol Pablo habló de "hacer mención" de sus hermanos en la oración. A los creyentes de Roma les escribió: "Porque testigo me es Dios. . . de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones" (Ro 1:9).
- Preparémonos detenidamente para la intercesión, desarrollando un plan específico que incluya una oración especial por la obra de Dios en todo el mundo.
- Pidamos a Dios una nueva compasión para estos momentos de intercesión, a fin de que con genuino interés nuestra oración alcance a los perdidos.
- Ocupemos nuestro tiempo de intercesión con las cuatro peticiones bíblicas claves: pídale a Dios que envíe más obreros a su mies, que abra puertas para esos obreros, que los bendiga dándoles fruto como resultado de sus esfuerzos, y que les provea recursos económicos para extender su obra.
- Durante nuestro tiempo de intercesión, empeñémonos siempre en incluir países específicos y a sus líderes.
La petición: Un acto de súplica personal
- La petición es pedirle a Dios específicamente por cosas personales. Esto no es egoísta ni anti bíblico sino algo que estamos llamados a hacer.
- "Al pedir, simbolizamos nuestro deseo, explicó E. Stanley Jones: “Hay algunas cosas que Dios no dará hasta que las queramos suficientemente como para pedirlas."
- Es evidente que debemos expresar que dependemos de Cristo para toda necesidad. La petición personal es nuestro medio de expresar esto.
- En primer lugar, la petición debe ser específica. Andrew Murray sugiere: "Su oración ha de ser tan definida que pueda decir cuando salga de mi lugar de oración: 'Sé qué cosa le he pedido al Padre, y espero la respuesta.' "
- En segundo lugar una petición deber ser completa. Evite peticiones superficiales cómo las siguientes: "Señor, bendíceme"; o "Señor ayuda a los misioneros hoy”. Más bien, haga definidamente cada petición. Cuanto más específica y completa sea la petición, tanto más fe genera cuando la presentamos ante Dios.
- En tercer lugar la petición debe ser sincera. Las actitudes personales son importantes cuando se trata de la petición. Tenemos que esforzarnos para presentar nuestras peticiones delante de Dios con un espíritu recto.
- En cuarto lugar la petición debe ser sencilla e informal. La presentación de una petición debe ser suficientemente completa para edificar la fe, pero la expresión debe ser sencilla. La elocuencia no es necesaria para la oración eficaz.
- Comencemos esta parte de la oración pidiendo a Dios que por su Espíritu Santo nos ayude a expresar sólo aquellos deseos que hayan de honrarlo de manera especial.
- Hagamos una lista mental de las necesidades específicas que tenemos para ese día y presentemos cada necesidad a Dios.
- Ampliemos con cuidado la petición: apartemos tiempo para explicarle a Dios por qué deseamos que Él le conteste esa petición.
- Examinemos los motivos que tenemos para hacer una petición. Aseguremos que sean puros ante los ojos de Dios.
La acción de gracias: Un acto de reconocimiento
- La acción de gracias nos ayuda a concentrarnos en la fidelidad de Dios.
- Pablo señala: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.” (Col 2:6-7).
- También nos dice Pablo: “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias.” (Col 4:2), y “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filip 4:6)
- Durante este aspecto de la oración reconocemos todas las bendiciones de la vida y las confesamos delante de Dios.
- Agradecer es la actitud correcta ante Dios por su bondad. ¿Qué otra cosa pudiéramos dar a Dios que no sea la alabanza y la acción de gracias? El salmista declaró "¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios para conmigo?" (Sal 116:12). Más adelante él responde: "Te ofreceré sacrificio de alabanza, e invocaré el nombre del Señor" (v 17).
- Antes de resucitar a Lázaro Jesús exclamo, por adelantado, diciendo: “Padre, gracias te doy por haberme oído.” (Jn 11:41).
- Estemos conscientes de aquellas cosas específicas que Jesús ha hecho a nuestro favor. Luego expresemos verbalmente esas bendiciones.
- La acción de gracias comienza cuando clasificamos mentalmente las cosas específicas que Dios ha hecho por nosotros, de tal modo que podamos expresar con palabras esas bendiciones.
- Al buscar un punto de enfoque para este tipo de acción de gracias, debemos echar una mirada a experiencias pasadas. Tal vez Dios nos concedió algún favor específico o alguna bendición particular hace tiempo atrás, por la que no le hemos expresado gratitud.
- Pablo, dirigiéndose a los creyentes de Éfeso, describe la acción de gracias como ilimitada: ". . .Sed llenos del Espíritu. . . dando siempre gracias por todo al Dios y Padre" (Ef 5:18, 20). A los tesalonicenses, Pablo añade: ''Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús" (1Tes 5:18).
- En cada situación de la vida, sin importar la dificultad que presente, podemos descubrir un motivo para la acción de gracias.
- Comencemos la acción de gracias pensando en todo lo que Dios nos ha dado en días recientes.
- Usemos estos momentos de reflexión como base para dar gracias por las bendiciones espirituales, materiales, físicas y externas.
- Demos gracias a Dios por adelantado, por las bendiciones que esperamos que Él le conceda en el futuro.
- Demos gracias a Dios a lo menos por una bendición particular por la que nunca antes le habíamos dado gracias.
Pasos IX al XII
El canto: Un acto de adoración melódica
- Componer un canto de adoración con palabras y melodías que vengan de nuestro corazón. Estos son los “canticos espirituales” a los que se refiere la Biblia.
- Nuestras palabras de adoración combinadas con melodías que salgan del corazón nos conducen a la más bella forma de alabanza.
- El salmista ordenó: "Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid al Señor con alegría; venid ante su presencia con regocijo" (Salmo 100:1-2).
- No menos de 41 de los salmos se refieren específicamente a cantar alabanzas al Señor.
- En dos distintas ocasiones habló Pablo acerca de esto: "Alabando al Señor en vuestros corazones. . . con salmos, con himnos y cánticos espirituales (Ef 5:19; Col 3:16).
- Cuando Pablo habló de “cánticos espirituales”, se estaba refiriendo a un canto que se originaba el corazón del creyente. La palabra "espirituales", en el sentido que se usa en estos versículos, significa inspirados por el Espíritu.
- En 2 Crónicas 20 leemos que Moab, Amón y los habitantes del monte de Seir se levantaron en guerra contra el rey Josafat de Judá.
- La clave de este relato se halla en las palabras del versículo 22: “Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, el Señor puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros."
- Tan grande fue la bendición de la victoria, que dice: "Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas. . . tantos, que no los podían llevar." (v 25).
- Pidamos a Jesús que su Espíritu Santo produzca nuevas melodías dentro de nuestros corazones. Con esas melodías podemos cantar cánticos espirituales basados en una variedad de temas. Por ejemplo:
- El salmista declaró: "Alabad al Señor, porque él es bueno; cantad salmos a su nombre, porque él es benigno." (Sal 135:3).
- La acción de gracias debe reconocer lo que Dios ha hecho a favor de nosotros. En Esdras 3:11 podemos leer: "Y cantaban, alabando y dando gracias al Señor." Al cantar con acción de gracias, creamos un cántico basado en aquellas específicas dádivas o bendiciones que Dios nos ha otorgado.
- El salmista dio el siguiente testimonio: "Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza" (Sal 69:30).
- La Biblia dice: “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo" (2 Cor 5:19). Esto hace posible que alabemos el nombre del Señor Jesucristo en el canto. Todo lo que Jesús es o lo que hizo puede convertirse en tema de nuestro canto.
- Cantos referentes a la Palabra de Dios. El salmista dice refiriéndose a la palabra de Dios: "Cánticos fueron para mí tus estatutos en casa en donde fui extranjero" (Sal 119:54). • El salmo 19 es un canto enteramente referido a la palabra de Dios.
- El salmista expresó lo siguiente: "Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo; con salterio, con decacordio cantaré a ti" (Sal 144:9). El término "nuevo" se refiere a algo fresco. Un "cántico nuevo" significa mi propio canto, no el de alguna otra persona. Se refiere a un canto del corazón que nunca antes hemos cantado.
- La expresión del salmista: "Te alabaré entre pueblos, oh Señor; cantaré de ti entre las naciones" (Sal 57:9) la podemos practicar desde la palabra profética del libro de Apocalipsis que narra: “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.” (Apc 7:9-12).
- Hagamos una pausa en nuestra hora de devoción para cantar un cántico específico al Señor.
- Seleccionemos un tema especial para nuestro canto, como la alabanza, la acción de gracias, o un pasaje predilecto de la Biblia.
- Pidamos al Señor que su Espíritu Santo que produzca una melodía original en nuestros corazones, para que nuestro canto sea verdaderamente un “cantico nuevo”
- No vacilemos en entonar "cantos de alabanza" por las bendiciones o las victorias específicas que creemos Dios nos dará en los días venideros.
La meditación: Un acto de evaluación espiritual
- La palabra hebrea “meditar” significa “murmurar sobre”, “musitar”, parece ser una onomatopeya “hagag”. El término sugiere una silenciosa reflexión interna sobre algún asunto espiritual.
- Esta es la esencia del significado del verbo "meditarás" en Josué 1:8: "Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien."
- Meditar es dedicar atención a como pudiéramos aplicar específicamente estas reflexiones después que hemos terminado la hora de oración.
- La meditación nos ofrece beneficios espirituales que no recibimos por ningún otro medio. La paz personal interna es uno de estos beneficios: "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera" (ls 26:3).
- Nada mejor que deleitarnos en los pensamientos de Dios: "¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo." (Sal 139:17, 18).
- El salmista declaró "Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en el Señor" (Sal 104:34), y También: "En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma" (Sal 94:19).
- Los santos de tiempos antiguos apartaban tiempo para reflexionar en Dios, para contemplarlo en un acto de suprema atención en que la voluntad inteligente y el deseo concurrían en perfecta armonía.
- Para que tengamos una hora de oración bien equilibrada, seleccionemos por lo menos un aspecto cada día como tema central de nuestra meditación.
- "Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley del Señor está su delicia, y en su ley medita de día y de noche" (Sal 1:1- 2).
- La Escritura está llena de millares de breves declaraciones que inspiran un enorme poder. En conjunto, cerca de treinta mil promesas nos esperan en la Biblia. Cada promesa es un foco para nuestra meditación.
- Este aspecto de la meditación proveerá un oasis de deleite para nuestra hora de oración. El salmista dijo: "Me acordé de los días antiguos" (Sal 143:5).
- En tiempos de aflicción y desánimo, se puede hallar mucho alivio espiritual pensando en las numerosas bendiciones que Dios nos dio en días pasados.
- En medio de su quebranto, el profeta Jeremías declara: "Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré. Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron¬ sus misericordias. Nuevas son cada mañana grande es tu fidelidad" (Lam 3:21-23).
- Jeremías descubrió el secreto de la meditación retrospectiva: "Esto recapacitaré en mi corazón. . . nunca decayeron¬ sus misericordias”.
- Pablo le dijo a los filipenses: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero , todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." (Flp 4:8).
- Cualquier pensamiento que satisfaga la medida de este versículo en Filipenses puede servir como centro para nuestra meditación.
- Seleccionemos un tema para nuestro tiempo de meditación y dediquemos toda la atención a ese aspecto específico del pensamiento espiritual.
- Permitamos que nuestra mente se pasee dentro del tema que hemos escogido. Reflexionemos detenidamente en todos los aspectos del tema en relación con Dios.
- Hagamos preguntas acerca de este tema que pudieran llevarnos a un estudio más profundo del mismo.
- Incluyamos la Biblia en todas las fases de la meditación. Recordemos que la Palabra de Dios es el fundamento esencial de todo pensamiento espiritual significativo.
La oración que escucha: Un acto de absorción mental
- La oración es el peregrinaje del alma desde el yo hasta Dios; y el remedio más eficaz para combatir el egoísmo y el ensimismamiento, es el hábito de escuchar humildemente.
- El escuchar en la oración es absorber mentalmente las instrucciones divinas de Dios sobre asuntos específicos.
- Los mejores amigos son siempre buenos oyendo¬. Si verdaderamente deseamos ser amigos del Señor, tenemos que aprender el secreto de escucharlo.
- Jesús dijo: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.” (Apc 3:20). Cenar significa “tener compañerismo”, “compartir la vida”. Gran parte de nuestra oración consiste en pedir, en vez cenar.
- En vez de hacer que la oración sea un discurso dirigido a Él, hablemos las cosas con Él, incluyéndolo a Él, como hacemos cuando conversamos.
- Acallar nuestro corazón con el propósito específico de recibir la dirección de Dios, es a la vez un acto de dependencia y de fe. Escuchar implica que tenemos confianza en que Dios verdaderamente desea hablamos.
- Sólo cuando aprendemos a oír la voz del Padre, podemos aprender a disipar las voces del mundo.
- Por necesidad, gran parte de la oración tiene que ocurrir en silencio, por cuanto gran parte de ella concierne al creyente que busca la dirección divina.
- Qué fácil es oír nuestra propia voz que nos impulsa a hacer cosas egoístas. Pero es la voz de Dios -la voz interna- la que tenemos que aprender a oír.
- Es en el silencio de nuestro tiempo de oración donde se da y se recibe el don de escuchar.
- Un tremendo poder espera al cristiano que desarrolla este hábito. Hay que pagar un precio para obtenerlo. Pedro lo describe del siguiente modo: ". . .un espíritu afable y apacible. . . es de grande estima delante de Dios." (1 Pe 3:4).
- El precio del silencio no es otro que la entrega de uno mismo a Dios. Es cerrar nuestros ojos a lo que el mundo considera importante y oír sólo el llamado del Espíritu Santo.
- La oración de calidad y creadora necesita un fundamento de silencio, y mientras no estemos preparados para practicar este silencio, no hemos de tener la esperanza de conocer el poder de la oración.
- F. W. Faber declara: "Cada vez que los sonidos del mundo se extinguen en el alma, oímos los susurros de Dios. Él siempre nos está susurrando, sólo que nosotros no siempre oímos a causa del ruido, de la premura y de las distracciones que la vida nos causa."
- ¿Cómo nos habla Dios durante estos momentos de quietud?:
- Con una tranquila impresión en el corazón. Elías oyó que Dios le hablaba con "un silbo apacible y delicado" (1Re 19:12).
- En otras ocasiones sentimos que la presencia de Dios nos guía suavemente. Sabemos que al movernos en cierta dirección complacemos a Dios,
- Dios habla a través de su Palabra. De hecho, todas las demás formas de dirección deben ser confrontadas con las Escrituras.
- Tengamos a la mano una libreta para anotar las impresiones que nos lleguen con respecto a ese día. Eso le dice a Dios: "Creo que Tú verdaderamente me vas hablar, he venido preparado para registrar tus instrucciones."
- Nuestro conocimiento de Dios aumentará y abundará en gran manera. Tal como lo dice certeramente Bridgid Herman: "Escuchar de ésta manera, puede darnos un discernimiento más profundo de los misterios de la naturaleza humana, y un instinto más seguro de los valores divinos.”
- Durante el tiempo de escuchar en la oración, no vacilemos en hacerle preguntas muy específicas a Dios acerca de diferentes problemas o situaciones.
- Escudriñemos la Escrituras en busca de respuestas específicas para nuestras preguntas. Generalmente, Dios nos hablará por medio de su Palabra.
- Evaluemos mentalmente todas las circunstancias que se relacionan con un problema determinado. Pidamos a Dios que nos muestre el plan de Él por medio de dichas circunstancias.
- Estemos preparados para anotar cualquier idea que Dios pueda compartir con nosotros, relacionada con los detalles de la solución de ese problema en particular.
La alabanza (glorificación): Un acto de glorificación de Dios
- Comenzamos y finalizamos alabando a Dios porque la alabanza debe sellar toda nuestra oración.
- Jesús no sólo nos enseñó a comenzar nuestra oración con alabanza: "Padre nuestro que estás en los cielos, santificarlo sea tu nombre"; sino que también nos enseñó a terminarla del mismo modo: "Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén" (Mateo 6:9).
- María en su oración dijo: "Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador. . . Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre" (Lc 1:46-49).
- La palabra "engrandece" significa "hacer grande". No hay nada que pueda proveer una conclusión tan significativa para la oración como una declaración de la grandeza de Dios. Declaramos con el salmista: "Grande es el Señor, y digno de ser en gran manera alabado" (Sal 48:1).
- La alabanza es el “sumo bien”, el mayor y máximo gozo, el más exquisito deleite, el supremo arrobamiento y el éxtasis más encantador del espíritu humano.
- La oración fue dada y ordenada con el propósito de glorificar a Dios. • Jesús les dijo a sus discípulos: ". . .pedid todo lo que queréis, y os será hecho", y agregó: "En esto es glorificado mi Padre" (Jn 15:7). • Dios debe ser glorificado por medio de nuestra oración, y la alabanza capacita a centrarse siempre en este pensamiento.
- Tenemos que aprender a llevar con nosotros el espíritu de alabanza al salir de la cuarto de oración. Ninguna cantidad de oración tiene valor si como guerreros de oración no cambiamos.
- Aprendamos esta gran lección: mi oración tiene que regir toda mi vida.
- Que una actitud de oración inunde nuestro ser al prepararnos para ese día.
- Recordemos siempre que Dios ha sido nuestro poder durante la oración, y lo será a lo largo del día.
- Jesús nos enseñó a concluir la oración con la labra "Amén" (Mt 6:13). Esta palabra significa: ¡Así sea!; o ¡está hecho!
- La palabra amén pudiera parafrasearse así: "Dios nuestro Rey es digno de confianza." Decir "amén" es expresar la confianza de que Dios ha oído nuestra oración.
- Martín Lutero dijo: "¡Recuerde esto! que su amén sea fuerte, sin dudar nunca de que Dios ciertamente lo está escuchando. Eso es lo que significa amén: que yo sé con certeza que Dios ha oído mi oración."
- Digamos: “confieso mi confianza en tus promesas. ¡Te alabo porque hecho está!
El libro completo ya está disponible desde este enlace para leer online. Ir a la páginaLibros y estudios sobre la oración e intercesión.
