
¿Cómo nos llegaron las Sagradas Escrituras?
Introducción básica a la doctrina de la bibliología
Por Christian M. McShaffrey
Introducción. Una historia de la providencia de Dios
La historia de cómo nos llegó la Biblia no es como muchas de nuestras historias favoritas de la Biblia.
A todos nos gusta leer sobre milagros asombrosos como el de Moisés cuando partió el mar Rojo o el de Elías cuando mandó a llamar fuego del cielo. Las señales hechas por nuestro Señor Jesucristo durante Su ministerio en la tierra son aún más fascinantes.
Desde luego, hubo milagros en la composición de la Biblia, pero la mayoría de su creación sucedió bajo la guía de algo aún más misterioso: la providencia de Dios. Esto se define como Su dirección, gobierno y sostén de cualquier cosa que sucede. Puedes imaginarte esto como la mano invisible de Dios moviendo piezas en un tablero de ajedrez cósmico constantemente.
A veces la mano de la providencia de Dios es obvia y a veces es más difícil de discernir, pero el cristiano entiende que todo, desde el surgimiento y caída de naciones hasta el número de cabellos en su cabeza, está en las manos soberanas de Dios.
Acompáñame mientras estudiamos con cuánta fidelidad Dios guio uno de los eventos más importantes de la historia: dar Su Palabra perfecta al hombre caído.
Orientación: La escritura en la civilización antigua
Al imprimir un documento, solo tienes que hacer clic en el botón de imprimir. Puedes hacerlo cien veces y la copia impresa siempre saldrá exactamente igual. Las cosas eran muy diferentes en los días de los profetas y los apóstoles.
Obviamente, no había computadoras o impresoras. La gente escribía en un tipo de papel primitivo proveniente de las plantas llamado papiro. Más adelante, en la historia, se usaron pieles de animales preparadas. Estas pieles llamadas vitelas eran mucho más duraderas.
En estas formas antiguas de papel, el escritor aplicaba la tinta con un instrumento llamado estilete. Se parecía mucho a un bolígrafo moderno, pero no tenía tinta adentro. La punta del estilete tenía que ser mojada en la tinta después de escribir un cierto número de caracteres.
¿Puedes imaginar cuánto tiempo te tomaría escribir una nota corta a un amigo usando este medio primitivo? Entonces, imagina cuánto tiempo debió haberle tomado al profeta Moisés escribir los primeros cinco libros de la Biblia con herramientas limitadas.
Los hombres de todas las épocas y culturas registraron su historia y promovieron sus creencias a través de la escritura, pero no todo lo que se ha escrito es confiable.
Solo hay una colección confiable de escrituras antiguas.
Las llamamos las Sagradas Escrituras.
Inspiración. Un tipo único de Escritura
La Biblia enseña que los hombres fueron movidos por el Espíritu Santo (2ª de Pedro 1.21) mientras escribían la Biblia. Eso quiere decir que Dios mismo guio la mano de hombres como Moisés, Juan y Pablo, para que nunca cometieran un solo error mientras escribían.
Esto resultó en documentos únicos inspirados “por Dios” (2ª de Timoteo 3.16). La palabra inspiración se relaciona con soplar, así que puedes imaginarte el proceso de esta forma: Dios sopló Su Palabra celestial en la página terrenal.
Si bien los autores inspirados de las Escrituras escribieron en un periodo de 1.500 años aproximadamente, todos escribieron sobre un solo tema: la gloria del único Dios y Su bondad en la salvación del hombre del pecado a través de la persona del Señor Jesucristo.
Copistas: Su tarea y limitaciones
Para poder circular las Escrituras inspiradas, unos hombres llamados escribas tenían que copiar el manuscrito original a mano. El manuscrito original se llamaba autógrafo.
La copia, llamada apógrafo, a veces era diferente al original perfecto porque los escribas que hacían el trabajo no eran perfectos.
Intenta reescribir una página de tu propia Biblia y te darás cuenta de cuán fácil es escribir mal una palabra o incluso saltarse una palabra. Poseemos copias antiguas de las Escrituras hoy en día que contienen errores obvios de los escribas. Incluso pueden llegar a ser decenas de miles.
Nos referimos a esos errores cometidos durante el copiado como variantes. Su desagradable presencia en la Palabra perfecta de Dios ha llevado a muchos a preguntarse: “¿Qué decía el original inspirado? ¿Podemos siquiera saberlo?”
Tu respuesta a esta pregunta depende por completo en qué crees. Puesto que los manuscritos originales se han perdido permanentemente, algunos creen que no podemos saber lo que decían. Por otro lado, el cristiano cree algo mucho mejor.
Mayordomía. La Iglesia como columna y sostén
Además de inspirar las páginas de las Escrituras, Dios también designó a un mayordomo terrenal de ellas.
En la civilización antigua, un mayordomo era un administrador confiable autorizado por el patrón para que manejara los asuntos del hogar en su ausencia.
En el Antiguo Pacto, los miembros de la iglesia judía eran a quienes “las palabras de Dios les han sido confiadas” (Romanos 3.2). Bajo el Nuevo Pacto, esta mayordomía fue transferida a la Iglesia cristiana que es llamada “columna y sostén de la verdad” (1ª de Timoteo 3.15).
Así como las columnas en la foto a la derecha lo hacen, la responsabilidad de la iglesia era servir como apoyo y soporte de la verdad de Dios. Así como el sostén está en la base de esas columnas, la iglesia debía permanecer inconmovible en esta tarea divinamente asignada.
Esto no siempre fue fácil, pero era absolutamente esencial para la preservación (es decir, mantenerla pura y completa) de la verdad, las Escrituras inspiradas por Dios. Por lo tanto, el mismo Espíritu que inspiró la Palabra fortaleció a la iglesia como su mayordomo terrenal para que preservara la Palabra de Dios (cf. Juan 14.26, 16.13).
Persecución. Enemigos externos
Los primeros pocos siglos de la historia de la Iglesia estuvieron marcados por una persecución intensa. Los creyentes en la Biblia tenían que reunirse en lugares secretos a puerta cerrada. Muchos eran perseguidos y asesinados.
Su posesión más valiosa, las copias de las Sagradas Escrituras, también estaba bajo un serio riesgo. Por ejemplo, el emperador romano Diocleciano (244-311 AD) ordenó a sus soldados que buscaran y destruyeran cada copia de las Escrituras que encontraran. No hay manera de saber cuántas copias se perdieron durante estos primeros siglos, como señala Eusebio de Cesarea, en su obra Historia Eclesiástica, escrita en el siglo IV.
Tal persecución siempre es trágica, pero nunca debería sorprendernos, pues los enemigos de Dios siempre han querido destruir Su verdad.
De hecho, esta oposición comenzó en el Huerto del Edén cuando la serpiente preguntó a Eva: “¿Conque Dios os ha dicho….?” (Génesis 3.1). Tristemente, tales esfuerzos satánicos de socavar la autoridad y la integridad de la Palabra de Dios han continuado en cada era desde ese entonces.
Herejías. Enemigos internos
Los esfuerzos de algunos dentro de la iglesia para el naufragio de las almas fueron aún más dañinos que la oposición de los incrédulos. Estos hombres fueron llamados herejes y atacaron la Palabra de Dios de varias maneras.
Algunos herejes malinterpretaron las Escrituras en sus sermones y escritos para que la gente creyera mentiras y llegara a negar doctrinas esenciales como la naturaleza trinitaria de Dios, la divinidad de Jesucristo y la salvación solo por gracia a través de la fe sola.
Otros herejes incluso llegaron a modificar el texto mismo de las Escrituras. Borraron palabras y a veces incluso versículos enteros. Estas copias corrompidas luego fueron dadas al pueblo de Dios como auténticas. Muchos fueron engañados. (Ref. Edward F. Hills, Believing Bible Study (Des Moines, Iowa, USA: The Christian Research Press. 1967, 2017)
África del Norte fue un caldo de cultivo para esa actividad herética y algunos de los manuscritos más antiguos que tenemos hoy reflejan estas primeras alteraciones al texto de las Sagradas Escrituras. (Ref. Hills, Believing Bible Study, Capítulo 3 The Johannine Comma, “...los vándalos, que gobernaron África del Norte desde 489 hasta 534 y estaban aferrados a la herejía arriana con fanatismo”.)
Infalibilidad. El atributo esencial de las Escrituras
Con tantos ataques contra la Biblia, la responsabilidad de la Iglesia de protegerla probablemente a veces parecía abrumadora.
Para el gran consuelo de la Iglesia de Dios, las mismas Escrituras afirman tener una cualidad llamada infalibilidad. ¿Ves la palabra “falible” en la raíz de esa palabra? Eso es lo que las Escrituras no pueden ser. Son incapaces de fallar o de caer.
El salmista afirmó este atributo de las Escrituras cuando cantó: “Para siempre, oh Jehová,
tu palabra permanece en los cielos” (Salmos 119:89).
Jesús habría leído este versículo muchas veces y lo creía con todo Su corazón. También enseñó a Sus discípulos que no era posible que la pincelada más pequeña de un autor inspirado cayera (Mateo 5:18).
Así que, en última instancia, la preservación de las Escrituras no dependió tanto de la Iglesia, sino de la naturaleza misma de las Escrituras. Esto llenó de valentía a la Iglesia para que sirviera como mayordomo de la Palabra con toda seguridad de éxito.
Jerónimo. La Vulgata Latina
Después de un largo tiempo de persecución y herejía, la iglesia latina (u occidental) comenzó a disfrutar de un periodo relativamente pacífico.
Esto permitió que un erudito llamado Jerónimo (c. 347-420 AD) recopilara todas las Sagradas Escrituras, comparara las variantes existentes, verificara lecturas genuinas y las tradujera en su totalidad en latín en una misma edición llamada la Vulgata.
Vulgata quiere decir literalmente “la versión comúnmente te usada” y esta mantuvo el estatus de uso común por aproximadamente mil años. La Vulgata fue una traducción fiel de la Biblia en términos generales, pero no estaba libre de imperfecciones.
Contenía libros no inspirados llamados apócrifos. Jerónimo protestó en contra de su inclusión, pero prevaleció su iglesia, la cual era altamente jerárquica. Aún peor, su iglesia también comenzó a considerar esta traducción como mucho más importante que el mismo original.
Sin embargo, Dios aún obraba en el trasfondo del tiempo, preservando Su Palabra en los idiomas originales en la que fue inspirada: hebreo, arameo y griego
Pre-Reforma. La luz del Evangelio bajo el almud
Eventualmente, llegó el momento en el que las personas más comunes no podían entender la Vulgata de Jerónimo porque ya no hablaban latín.
Además de este obvio impedimento para oír el evangelio, el papado (es decir, la Iglesia Católica Romana) también había puesto su luz bajo muchas ceremonias y tradiciones anti bíblicas.
Sin embargo, Dios levantó una “estrella de la mañana” llamada John Wycliffe (c. 1330-1384) para que predicara la verdad del Evangelio y comenzara a traducir las Escrituras en inglés.
John Huss (c. 1372-1415) también intentó diseminar las buenas nuevas durante esta era, pero los papistas lo quemaron en la hoguera. Como ironía malvada, se dice que incluso utilizaron los manuscritos de la Biblia de Wycliffe para encender las llamas.
“Huss” significaba “ganso” en checo y las últimas palabras registradas de este héroe dieron algo de esperanza para el futuro. Dijo: “Ahora quemarás a un ganso, pero en un siglo tendrás a un cisne que no podrás ni quemar ni hervir”.
La Palabra de Dios se multiplica
Este “cisne” desconocido predicho por Huss puso al papado en gran alerta. Los ejércitos de los inquisidores se movilizaron para arrestar a los creyentes en la Biblia y para incinerar manuscritos bíblicos. Muchas vidas y muchas copias de las Escrituras se perdieron.
Sin embargo, a partir de 1440, un hombre llamado Johannes Gutenberg cambió todo al inventar la imprenta de tipos móviles.
Los tratados, los panfletos, los libros y la Biblia ya no necesitaban ser copiados a mano. Esta nueva máquina podía producir copias impresas casi a la misma velocidad que los inquisidores las destruían.
Uno de los muchos beneficios de la imprenta fue la reducción de los errores de los copistas individuales.
Dios, a través de Su providencia, proveyó a la iglesia occidental una herramienta invaluable en la estabilización del texto de las Escrituras. Sin embargo, aún faltaba una pieza del rompecabezas que necesitaba ser puesta en su lugar.
Bizancio. Un tesoro escondido de manuscritos
Mientras consideras la obra de Dios en y a través de la iglesia occidental, no olvides que también hubo una rama completamente separada de la iglesia en el este. Bizancio (también conocida como Constantinopla) era el epicentro de esta iglesia.
Los eruditos de esta iglesia eran hablantes nativos del idioma griego (es decir, el idioma en el que escribieron los apóstoles). También estuvieron en posesión de miles de copias antiguas no traducidas de las Sagradas Escrituras.
Al igual que la iglesia occidental, Bizancio sirvió como fiel mayordomo de las Escrituras por más de un milenio. Es decir, hasta que Dios permitió que multitudes de musulmanes invadieran y conquistaran Constantinopla en 1453. (Ref. Gordon Kerr, Time-Line History of the World (London, England: Futura Publications, 2007))
Humanamente hablando, esto fue una catástrofe, pero nunca olvides que el Dios de la providencia siempre obra todas las cosas para bien (Romanos 8.28).
Los que escaparon viajaron hacia occidente y se llevaron miles de manuscritos griegos que ahora podían ser comparados con la Vulgata de Jerónimo. Así inició el amanecer de una nueva era de interés y mayordomía de las Escrituras.
Con la caída de Bizancio en el este y con la muerte del medievalismo cada vez más cerca en occidente, el hombre comenzó a anhelar estabilidad social.
El erudito holandés Erasmo de Róterdam (1466-1536) creía que la clave para obtener esa estabilidad era la restauración del aprendizaje clásico. Por lo tanto, dedicó su vida a ser escriba.
Erasmo reunió varios manuscritos griegos del Nuevo Testamento, los comparó con la Vulgata Latina y corrigió el latín. Luego reunió los manuscritos griegos en una sola edición (esto es, a lo que llamamos trabajo de crítica textual) y publicó el latín con el griego.
La obra editorial que comenzó Erasmo fue resumida por otros clérigos como Robert Estienne, Teodoro de Beza y la familia Elzevir por cerca de cien años, hasta una edición del Nuevo Testamento griego pudiera imprimirse en 1633 con esta declaración como prefacio: ‘Para que tengas en tus manos el texto, ahora recibido por todos, en el que no hay corrupción alguna’, traducción al español de ‘Textum ergo habes, nunc ab omnibus receptum: in quo nihil immu- tatum aut corruptum damus.’ Este texto griego del Nuevo Testamento fue publicado por las imprentas holandesas Bonaventure y Abraham Elzevir)
En base a la palabra latina traducida en esas declaraciones como ‘recibido’, esta edición del Nuevo Testamento llegó a llamarse Textus Receptus (lit. el Texto Recibido).
La Reforma. La Palabra de Dios dada a la gente
Erasmo no dedicó su vida al texto de las Escrituras para que luego se quedara en un estante. En el prefacio de su primera edición (1516), escribió:
‘Me gustaría que incluso la mujer menos educada lea los Evangelios y las Epístolas paulinas. Me gustaría que fueran traducidas en todos los idiomas para que puedan ser leídas y entendidas, no solo por los escoceses e irlandeses, sino por los turcos y los sarracenos’. (Ref.Del Paraklesis—ver también la versión en inglés de Olin en John C. Olin, ed., Christian Huma- nism and the Reformation: Selected Writings of Erasmus, 3rd ed (New York: Fordham University Press, 1987), 101 )
Eso es exactamente lo que comenzó a ocurrir durante la recuperación más grande de la verdad inspirada que el mundo ha visto: La Reforma protestante.
El monje alemán Martín Lutero descubrió la gracia salvadora de Dios mientras leía la Vulgata de Jerónimo y dedicó su vida a esparcir las Buenas Nuevas. Como era de esperarse, el papado se le opuso ferozmente, pero Dios también hizo obrar esto para bien.
Mientras se escondía del papa por un periodo de diez meses en un castillo, Lutero pidió una copia del texto compilado de Erasmo y comenzó a traducirlo al alemán. Un millón de oídos y corazones fueron abiertos al Evangelio por el Espíritu de Dios. Esto cambió al mundo para siempre.
Reina. La esperanzana de una traducción en español
La Reforma protestante se extendió rápidamente a través de la Europa del siglo XVI. Casiodoro de Reina (1520-1594), ex monje católico convertido a la verdadera fe de Jesucristo, sintió la necesidad de una nueva traducción de las Escrituras en español.
Desterrado de España y perseguido por la Inquisición católica, Reina se vio obligado a huir de ciudad en ciudad a través de Europa sin dejar de abandonar nunca su trabajo de traducción. Incomprendido por los mismos protestantes de Inglaterra, regresó nuevamente a Suiza, donde luego de 12 años llegó a imprimir su traducción de la Biblia en Basilea en 1569.
A esta traducción de la Biblia se la llamó “La Biblia del Oso”, ya que en la portada había un oso tratando de alcanzar un panal de miel.
Valera. La Biblia fiel en español
Otro ex monje llamado Cipriano de Valera (c. 1531-1602) se vio obligado a huir a Ginebra en 1557 para librarse del Tribunal de la Inquisición, que llegó a quemarlo en efigie (“por ser luterano”) en 1562 y le colocó en el “Índice de los libros prohibidos” como autor de primera clase. Al igual que Reina, el trabajo de revisión de Valera, tanto como la publicación de su Biblia, se hicieron en el exilio.
La revisión de Valera se la conoce como la “Biblia del Cántaro” por la imagen de un hombre plantando un árbol y otro regándolo con un cántaro de agua que se aprecia en la tapa. Esto guarda cierta correlación con 1ª de Corintios 3:6 donde dice: “Pablo plantó, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento”. De la misma manera, Reina “plantó” su revisión, pero 20 años de una revisión minuciosa (el equivalente a “regar”) fueron necesarios para que esta obra literaria monumental fuera completada.
A los 70 años de edad, en su introducción a la Biblia del Cántaro, Valera menciona que su revisión fue su “sacrificio vespertino” al Señor e inmediatamente elevó esta oración a Dios: “Le suplico que bendiga esta su obra, para que su sacrosanto nombre, el cual es anunciado en ella, sea santificado en España, como lo es en otras naciones”.
No se conoce la fecha exacta de la muerte de Valera, pero no fue mucho tiempo después de que terminara de imprimir su revisión. Sin duda, el Señor usó la obra de estos hombres para llevar Su Palabra a millones de hispanohablantes a lo largo de los siglos. Es así como quedó para la posteridad el título Reina-Valera por el cual se conoce esta Biblia clásica del idioma español.
Reina.Valera. Hermosa y acertada
La versión Reina-Valera se convirtió en la traducción clásica al español porque combinó una precisión excelente con una incomparable belleza y majestuosidad. Aquí hay un par de sus admirables cualidades.
Filosofía de traducción
En lugar de intentar comunicar la idea general detrás de los versículos, tanto Reina como Valera se mantuvieron lo más cerca del texto inspirado como les fue posible. Incluso, siguieron el orden de las palabras del original de forma general, y si necesitaban añadir alguna palabra o frase que no estuviera en el original para facilitar legibilidad, la ponían en letra cursiva (también conocidas como letras itálicas).
Primera en su clase
En 1280, la primera Biblia traducida a un idioma europeo, además del latín, fue la traducción al español conocida como la Biblia Alfonsina. Pero su fuente textual fue la Vulgata de Jerónimo, no el original griego y hebreo.
Si bien hubo otros intentos de traducir la Biblia al español, solo el Nuevo Testamento y algunas porciones del Antiguo fueron completados.
Esto hace que la Biblia Reina-Valera sea la primera traducción completa al castellano hecha a partir de las lenguas originales, teniendo como fuente textual el Texto Masorético hebreo y el Textus Receptus.
El siglo XIX. Nuevos retos
Al final de mediados del siglo diecinueve vino una era de cambios sin precedente en la
forma en la que la gente creía y pensaba en la historia.
Charles Darwin introdujo su teoría de la evolución, que llevó a muchos a abandonar la antigua creencia de que Dios creó al hombre a Su imagen.
Karl Marx introdujo una nueva teoría de sociología y economía, que eliminaba las antiguas doctrinas de la existencia de Dios, Su providencia en la historia y Sus promesas para el futuro.
Incluso los seminarios teológicos se vieron afectados por una nueva forma de pensar. Los eruditos abandonaron su confianza en la Biblia y se embarcaron en la búsqueda de un Jesús “histórico”. Este no era el Jesús presentado en el texto de las Escrituras, sino uno hecho por el hombre.
Esta búsqueda racional de el Jesús detrás del texto de las Escrituras (la alta crítica), llevó rápidamente a una nueva búsqueda del mismo texto histórico (la baja crítica).
A lo largo de este siglo se formaron varias sectas (por ejemplo, los Testigos de Jehová, el mormonismo) que añadieron o quitaron de la Biblia.
Revisión. La busqueda de un nuevo texto
A pesar de que el Textus Receptus y la versión Reina Valera condujeron a la salvación de innumerables almas y fueron un fundamento firme de la civilización occidental, ciertos críticos odiaban ambos.
Esto, en sí mismo, es increíble cuando piensas en lo que ya hemos considerado. Los autores inspirados de las Escrituras escribieron durante un periodo de 1.500 años y dejaron un testimonio infalible de la gracia salvadora de Dios a la humanidad a través del Señor Jesucristo.
Luego, a la Iglesia de Cristo le tomó aproximadamente el mismo periodo de tiempo compilar, corregir e imprimir un texto que pudiera ser recibido por todos y luego ser cuidadosamente traducido en los idiomas más comunes.
¿Quién podría negar la providencia de Dios en la preservación de Su Palabra infalible en todas las edades y en Su publicación para todos los pueblos?
La respuesta es: B. F. Wescott y Fenton J. A. Hora. Estos dos hombres querían que el Texto Recibido fuera revisado y reemplazado. De hecho, ellos mismos estaban dispuestos a hacerlo.
Lecturas minoritarias. Vaticano y sinaítico.
Aunque la vasta mayoría de manuscritos generalmente apoyaban al Texto Recibido, Wescott y Hort prefirieron seguir las lecturas minoritarias que se encontraban principalmente en solo dos manuscritos antiguos: El Codex Vaticano y el Codex Sinaítico.
Estos códices diferían del texto de Erasmo en miles de lugares. ¡Incluso estaban en desacuerdo entre sí en más de 3.000 solamente en los cuatro Evangelios!
Entre sus omisiones más destacadas se encuentran el final del Padrenuestro en Mateo 6.13, toda la historia de la mujer hallada en adulterio (Juan 7.53-8.11) y los últimos doce versículos del Evangelio de Marcos (Marcos 16.9-20). Hay una columna vacía en el Códice Vaticano donde debería estar la conclusión del Evangelio de Marcos.
Toma cinco minutos para buscar los pasajes en tu copia de la Biblia para ver si la versión que tienes es la que Dios ha preservado por Su providencia y la que fue recibida por la Iglesia durante el tiempo de la Reforma Protestante o si tienes una versión basada en una lectura minoritaria de la tradición de los manuscritos.
No todo crítico textual profesional estaba convencido de que las revisiones propuestas por Wescott y Hort fueran mejores que el Texto Recibido.
De hecho, uno de los miembros del comité de revisión, Frederick H.A. Scrivener, condenó todo el sistema de evaluación de manuscritos del Dr. Hort como “completamente carente de fundamento histórico”. (Ref.Dr. F. H. A. Scrivener, Plain Introduction, (Cambridge, England: Deighton, Bell and co, 1883), 537, 542 )
John William Burgon (imagen) hizo un escrutinio de los códices Vaticano y Sinaítico, identificó una cantidad innumerable de corrupciones en ellos y defendió vigorosamente la superioridad del texto que la iglesia había recibido y editado anteriormente.
Los que defendían el nuevo texto de Wescott y Hort a menudo presentaban el argumento de que ninguno de sus cambios afectaba doctrinas esenciales, pero ¿qué hay de la doctrina de la bibliología? ¿Cómo puede existir el atributo de la infalibilidad si el texto de las Escrituras es constantemente actualizado? Además de esa inconsistencia, todo el argumento merece ser cuestionado.
Doctrinas. Afectadas y alteradas
Algunos de los cambios más importantes en el texto moderno ya se han mencionado anteriormente, pero a continuación hay más versículos que buscar en una traducción moderna. A modo de advertencia: Puede que no los encuentres.
Mateo 17.21, 18.11, 23.14; Marcos 7.16, 9.44, 9.46, 11.26, 15.28; Lucas 17.36, 23.17; Juan 5.4; Hechos 8.37, 15.34, 24.7, 28.29; Romanos 16.24 1ª de Juan 5.7
Lee cada uno de estos versículos en la versión Reina Valera 1909 y pregúntate: ¿Estos
versículos afirman alguna doctrina importante?
También considera lo siguiente: ¿La remoción de palabras políticamente incorrectas como infierno, demonios, sodomita, afeminado, condenado, condenación, etc., afectan alguna doctrina esencial?
¿Importa si la palabra “Dios” es eliminada de 1ª de Timoteo 3.16? ¿Da igual si Jesús aparece como el ‘unigénito Hijo’ o el ‘el unigénito Dios’ (Juan 1.18)?
Incluso si las doctrinas esenciales pueden demostrarse a partir de otros versículos, todavía debemos preguntarnos: ¿Por qué los cristianos están siquiera dispuestos a considerar unos cambios tan radicales?
El hombre moderno ha cambiado los antes valiosos conceptos de antigüedad y estabilidad por la mentira de que lo nuevo es mejor. Debemos asegurarnos de que no estamos siendo manipulados por hombres y corporaciones motivados por la ganancia.
Traducir el texto de las Escrituras, que antes era tratado como sagrado, ahora se ha convertido en un gran negocio, con entidades corporativas (en lugar de cuerpos bajo supervisión eclesiástica) que publican continuamente nuevas versiones para que puedan ser promocionadas a algún nicho de la sociedad.
Con la promoción constante de estas nuevas traducciones (de las cuales muchas están personalizadas para una audiencia en particular), parece que ahora hay muy poco acuerdo en cuanto a la pregunta más fundamental de todas: “¿Qué dijo Dios?” Ahora la pregunta es: “¿Qué significa este versículo para mí?”
Los eruditos y los comerciantes nos dirán que no hay nada de que preocuparse, pero este estado actual de confusión solo empeora a medida que los críticos continúan remendando el texto de las Escrituras. Grandes cambios en esta área vendrán muy pronto y los cristianos que creen en la Biblia deben comenzar a prepararse para resistirlos.
CBGM. El texto del mañana en desarrollo
Con el desarrollo de la tecnología computarizada, el antiguo debate sobre manuscritos (cf. p. 20-21) revivió recientemente. Sin embargo, esta vez la obra de la crítica textual no se está haciendo por monjes en los monasterios (o incluso por ministros).
Un modelo asistido por computadora llamado “Método genealógico basado en la coherencia” (CBGM por sus siglas en inglés) ha capacitado a críticos textuales profesionales para observar y evaluar relaciones entre variantes a una escala que antes no era posible.
Este método se ha aplicado desde principios del año 2000 hasta ediciones actuales del Nuevo Testamento griego llamado Editio Critica Maior (Edición crítica mayor o ECM por sus siglas en inglés). Se estima que esta edición se completará en el 2030.
¿Será esta la última edición? No, la mayoría de los eruditos afirman que su búsqueda del texto histórico nunca terminará. Lo que esto quiere decir para los cristianos ordinarios es lo siguiente: la Biblia siempre estará cambiando. Una vez más, siempre se nos asegura que ninguna doctrina se verá afectada, pero se ha demostrado que esto es falso.
OUK
La influencia del CBGM no solo afectará las traducciones, sino también la teología y la predicación. Un ejemplo de esto se encuentra en 2ª de Pedro 3:10, donde la versión Reina Valera 1909 dice: “Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están ser quemadas”.
Las versiones modernas han diferido en esto por décadas debido a una variante famosa en el texto crítico. Mientras que la versión Reina Valera 1909 dice: “la tierra y las obras que en ella están serán quemadas.” La NVI dice: “quedará al descubierto” y la LBLA “serán descubiertas”, pero considera cómo todavía son declaraciones positivas.
En base a esto, el texto venidero del CBGM ha insertado la partícula griega negativa ouk (“no”, en español) antes del verbo, volteando su significado por completo: “quedará al descubierto” se convertirá en “NO quedará al descubierto”. (Ref. Jeff Riddle, www.jeffriddle.net/2018/02/word-magazine-91-2-peter-310.html Recuperado el 09.12.20)
A pesar de las implicaciones escatológicas que esto tiene, se debe considerar qué pudo llevar a un cambio tan radical. ¿Se descubrió un manuscrito antiguo recientemente que reveló esta lectura que se perdió hace mucho tiempo? No, la lectura no tiene base alguna en un manuscrito griego y solo tiene una escasa base versional. No obstante, los editores eligieron esta lectura y el CBGM confirmó su opinión.
Jotas y tildes. El alcance de la infalibidad
El Señor Jesús prometió, “Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas” (Mt. 5.18).
Al decir eso, Jesús afirmó claramente que la tierra se “quemaría” algún día (p. 25); pero yendo al grano de lo que estamos estudiando, encontramos la siguiente observación: Jesús aplicó la infalibilidad incluso hasta la marca más pequeña del estilete en la Escritura inspirada.
Una jota es la letra más pequeña en el alfabeto hebreo. (Se ve casi igual a un apóstrofe). Es la letra hebrea “yod”. Una tilde (imagen a la derecha) es incluso más pequeña. Se parece a la pequeña marca que distingue la letra O de la Q.
Si este es el alcance del atributo de la infalibilidad, entonces, ¿cómo pueden palabras, versículos e incluso pasajes enteros entrar y salir de la Biblia constantemente?
Obviamente, la doctrina de la infalibilidad niega la posibilidad de que las Escrituras pudieran ser tan inestables e inciertas, pero los críticos han inventado una forma astuta de afirmar infalibilidad sin aplicarla en verdad a la Biblia que poseemos hoy.
Un secreto oscuro. Pocos poseen una Biblia infalible
¿Recuerdas la diferencia entre un autógrafo y un apógrafo?
Es realmente importante, porque los teólogos modernos han creado una división entre ambos y al hacerlo, han puesto el concepto de infalibilidad fuera de alcance para siempre.
Si bien esta declaración suena bien, en realidad no dice nada porque “los originales” ya no existen. Entonces, no hay una forma real de saber hasta qué punto nuestras copias y traducciones los reflejan.
Es decir, a menos que tengas fe en que Dios preservó Su palabra inspirada e infalible en los apógrafos que sí existen. Muchos de los teólogos del pasado (por ejemplo, John Owen, Francis Turretín, R. L. Dabney, etc.) creían esto y tú también deberías hacerlo.
Conclusión. La oferta de seguridad máxima
¿Qué crees sobre la Santa Biblia?
¿Crees que fue inspirada por Dios y que, por lo tanto, es infalible? ¿También crees que Dios preservó su Palabra para que podamos tenerla en nuestras manos hoy?
Como hemos visto, muchos dicen: “No. Los originales se han perdido permanentemente y todo lo que podemos hacer es intentar acercarnos un poco más a lo que los apóstoles escribieron originalmente”.
Otros, como yo, y espero que tú también, hemos llegado a creer algo mucho más bíblico. Es decir, que el Dios poderoso que reveló Su Palabra a través del milagro de la inspiración, también la preservó pura en todas las eras a través de Su cuidado y providencia.
Él hizo esto a través de la agencia de Su Iglesia, a pesar de la ira de los hombres y los demonios, la cual sirvió fielmente como mayordomo de la Palabra para que todos los hombres puedan leerla en su totalidad hoy en su propio idioma.
Sin duda, más ataques se levantarán contra la Palabra de Dios, pero el Señor Jesucristo ofrece a cada creyente el mismo nivel de certidumbre del que Él gozaba: “El cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán” (Mateo 24.35).
Fuente: Sociedad Bíblica Trinitaria