Gloriarse en la Cruz, por John Stott

Temas vitales para los cristianos de hoy, por John Stott

Parte 3 de 5

Gloriarse en la Cruz 


Q uiero invitarles a pensar en esta noche en un versículo muy importante de las Escrituras, quizás es una de las declaraciones más relevantes que el apóstol Pablo haya hecho. Se encuentra en Gálatas 6.14: “Pero lejos esté de mi gloriarme, si no en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” 

No hay ningún significado equivalente, ya sea en castellano o inglés, del término griego que se traduce gloriarme, kauchasthai. Puede significar gloriarse en el mal sentido, o confiar también en el buen sentido, o deleitarse en, o gloriarse en. También vivir con el propósito de. En una palabra, este término se usaba cuando la gloria era una obsesión, llenaba el horizonte de la persona, acaparaba toda su atención, dominaba la mente. Y para el apóstol Pablo eso era la cruz. La cruz de Cristo era el centro de su fe, de su vida y de su mensaje; y debiera ser el centro de la nuestra también. 

Hay personas que están obsesionadas por el dinero, o con la fama, o con el sexo, o con el poder. Pero los cristianos tenemos que estar obsesionados por la cruz, porque esa era la obsesión del apóstol Pablo. Aun así, no era algo peculiar solamente de Pablo, por el contrario, la cruz era central para la mente de Pablo porque había sido central en la mente de Cristo. 

Reflexione sobre las siguientes preguntas: ¿No estaba Jesús continuamente prediciendo de sus sufrimientos y la necesidad de sus sufrimientos? ¿No habló acaso de su muerte como la hora para la cual vino a este mundo? ¿No dio acaso instrucciones para su propio culto de memorial? ¿No les dijo a sus discípulos que comieran pan y que bebieran vino, que lo hagan así continuamente en memoria de él? ¿Qué es lo que habla desde el pan y desde el vino? ¿No son acaso emblemas su vida, de sus enseñanzas, de sus obras de poder, sino también que son un símbolo de su muerte? Es de la muerte lo que habla el pan quebrado, y es la muerte lo que está simbolizado en el vino. 

Cuando la iglesia eligió el símbolo del cristianismo, tomó la decisión correcta. Tenía muchas opciones posibles. Pudo haber elegido la cuna en la cual el niño Jesús estuvo acostado. Quizás el banco del carpintero, en la carpintería de Nazareth, en la cual Jesús dio dignidad a todo el trabajo manual que haga el hombre. Pudo haber elegido el bote en el mar de Galilea, a partir del cual Jesús enseñaba a las multitudes. Pudo haber elegido el delantal o la toalla que se puso para lavar los pies de los discípulos, cuando se puso sobre sus rodillas y lavó los pies de los discípulos. Tal vez, pudo haber elegido la tumba donde pusieron el cuerpo del Señor y de la cual él se levantó de los muertos. Pudo haber elegido el trono que él está ocupando en esta noche, mientras él está sentado en gloria a la derecha del Padre. Pudo haber elegido la paloma, el viento, el fuego, los cuales son todos emblemas del Espíritu Santo. 

Cualquiera de estos símbolos hubiese sido apropiado para el cristianismo, pero la iglesia, sin embargo, eligió la cruz. Uno la encuentra por todos lados. Ustedes saben que vengó de Europa y algunas de las grandes catedrales medievales fueron construidas en forma de una cruz, así que la nave y lo que cruza forman una cruz. Hay muchas damas que usan la cruz en un collar y algunos hombres la usan en la solapa del saco. 

Así que la fe cristiana es la fe del Cristo crucificado, es en esa fe que fuimos bautizados, es en esa fe que somos llamados a seguir viviendo, servir, sufrir y morir. Después de nuestra muerte, quizás nuestros familiares pongan una cruz en nuestra tumba. Así que la cruz está en el centro mismo de la vida y del testimonio cristiano. Este hecho ha sido reconocido muy ampliamente. Quisiera ahora citar a dos teólogos. Uno de ellos, P. T. Forsyth que era un teólogo evangélico de comienzos de este siglo. Les cito de él lo siguiente: “Cristo es para nosotros lo que la cruz de Cristo es. Todo lo que Cristo es en el cielo y en la tierra fue puesto en lo que él hizo allí. No se entiende a Cristo hasta que uno no comprende la cruz”. 

La otra cita es del obispo J. C. Wright, era un obispo evangélico de finales del siglo pasado. Él escribió esto: “Si todavía no ha encontrado que Cristo crucificado es el fundamento de la Biblia, ha leído su Biblia hasta ahora con muy poco provecho. Su religión es un cielo sin sol, es un arco que no tiene la piedra principal, es un reloj que no tiene agujas, es una lámpara que no tiene aceite. Así que les digo que tengan cuidado de una religión que no tiene cruz”. 


Si todavía no ha encontrado que Cristo crucificado es el fundamento de la Biblia, ha leído su Biblia hasta ahora con muy poco provecho. Su religión es un cielo sin sol


Volvamos al pasaje con el que comenzamos: ¿por qué Pablo se gloría solo en la cruz? Esta es una pregunta interesante, especialmente cuando nos acordamos de que en el mundo greco- romano la cruz era un objeto de disgusto que a nadie le agradaba. Entonces, ¿por qué se gloriaba Pablo solo en la cruz? ¿Podemos elaborar qué quería decir Pablo con esto? Si podemos. Es un principio hermenéutico básico que tenemos que permitir que el contexto determine el sentido de cada texto. De modo que Gálatas 6:14 es una parte de la conclusión de la carta a los Gálatas, así que hay que ir al resto de la carta para entender qué quiere decir el apóstol aquí. Creo que al menos quiso decir tres cosas. 

I. Nos gloriamos en la cruz porque fuimos aceptados por Dios 

La cuestión de que si somos o no aceptados por Dios es de vital importancia. Hace algunos años estaba adorando en una mañana de domingo en una de las grandes catedrales del norte de Inglaterra. El predicador esa mañana era un erudito neotestamentario muy conocido, el profesor Tumer, algunos de sus libros se leen aún hoy en día. Me quedé asombrado cuando en la mitad de su sermón se hizo la siguiente pregunta: “¿Cómo podría yo, que soy un pecador perdido irrecuperable, pararme delante de un Dios justo y santo?”. 

Quisiera mencionar que quedé asombrado porque los eruditos del Nuevo Testamento no se hacen esta pregunta muy a menudo, sin embargo, es una pregunta muy importante para hacerse. Es probablemente la más relevante de todas las preguntas, y si no nos la hemos preguntado nunca, debemos ser muy cortos de vista, seguramente. 

No podemos entrar en la presencia santa de Dios si confiamos solamente en nuestra propia justificación. Todos aquellos que han tenido, aunque sea una visión momentánea de la gloria de Dios, de su santidad y su majestad, no han sido capaces de sostener la visión, se han alejado de Dios porque no pueden soportar la visión. En contraste a esto, las religiones étnicas del mundo nos dicen todas a una voz que es, perfectamente posible para nosotros, entrar en la presencia de Dios. Podemos acumular méritos y dicen que podemos encomendamos a nosotros mismos a Dios. 

Les voy a dar un ejemplo de alguien que dijo esto. Hace dos años se tuvo en Chicago el Parlamento de las religiones, fue la conmemoración de otro Parlamento de las religiones que tuvo lugar en 1893. En aquella primera ocasión el orador principal era un filósofo hindú, su nombre era Suami Vivekananda, quien fue el fundador de una de las grandes misiones mundiales de los hindúes. En medio de una charla fíjense lo que dijo: “Es un pecado llamar al hombre pecador. Ustedes nos son pecadores, son todos hijos de Dios, son ángeles y no hay necesidad de ninguna redención”. Así que la Biblia, de todos los libros sagrados de este mundo, es la única que insiste que somos pecadores frente al trono de Dios, y la auto-salvación es imposible. La Biblia es su lugar, nos señala a la cruz. 

Leamos en Gálatas 3.13 y vamos a ver qué es lo que Cristo hizo en la cruz. “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).” 

Recuerdo que una vez leí un comentario sobre este versículo. El comentarista decía que estas palabras lo habían golpeado y las sintió muy fuerte sobre él. Nosotros no hubiéramos pretendido utilizarlas. La idea de que Cristo fuese hecho maldición por nosotros, es verdaderamente chocante. Pero el hecho de que estas palabras nos golpeen y sean muy chocantes para nosotros no es razón para que no las utilicemos. El punto que estoy tratando de decir es que el apóstol sí las utilizó y no solo eso, sino que quiso darles un significado especial. Por eso nosotros tenemos que luchar para comprenderlas. Hay una sola manera de ser redimido de la maldición de la Ley, o del juicio que Dios pronuncia sobre aquellos que desobedecen la ley; Cristo tuvo que llevar esa maldición en nuestro lugar. Él llegó a ser maldición en lugar nuestro. Él sufrió en su propia persona inocente la condenación que nosotros merecíamos. Tenemos que proteger esta doctrina con toda la salvaguarda que podríamos poner. Nunca debiéramos pensar que Dios estaba como necesitado venir en nuestra ayuda. Jamás debemos pensar que Jesús era como un tercero, que vino para ponerse entre Dios y nosotros. No es así. Fue Dios mismo quien tomó la iniciativa. El vino para buscarnos a nosotros en su amor sagrado. Como dice la Biblia: “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” 2 Corintios 5.19. 

Lo que Dios hizo en Cristo es claro, él llevó nuestro pecado, él sufrió nuestra maldición, él murió nuestra muerte para que nosotros podamos ser perdonados. Así que nos gloriamos en la cruz porque hemos sido aceptados y debiéramos continuar haciéndolo el resto de nuestra vida. Porque la vida cristiana continua allí mismo donde comenzó y es a los pies de la cruz de Cristo. La cruz no es un estado elemental de la vida cristiana que después la superamos. Nunca nos graduamos de esa escuela que se llama el Calvario y la celebración de la Cena del Señor nos recuerda continuamente que estamos a los pies de la cruz. 

II. Nos gloriamos en la cruz por nuestro discipulado  

El segundo punto de nuestro mensaje es que nos gloriamos en la cruz por nuestro discipulado Porque la cruz es el camino de la santidad de la misma manera que es el del perdón. Como se puede notar en el texto de Gálatas 6:14, aunque se menciona solo una cruz, se habla de tres crucifixiones. En primer lugar, Cristo es el que muere en la cruz. Continúa diciendo que el mundo es crucificado para mí; y termina afirmando que yo soy crucificado en la misma cruz. Pablo introdujo esta noción un poco antes en su carta, se acuerdan en Gálatas 2:20 afirmo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más Cristo vive en mí: y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a mí.” También en 5:24 escribió: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos”. Ahora hay diferentes grados de sentidos entre estos textos, pero todos expresan la misma verdad fundamental. Permitan que lo diga cuidadosamente de esta manera: Cristo murió como nuestro sustituto. Es decir, que Cristo murió en el lugar nuestro, de modo que nosotros no tengamos que morir. Pero también murió como nuestro, representante, de modo que nosotros muramos con él. 

Esta es la elaboración que el apóstol Pablo hace sobre las enseñanzas de Cristo, porque Jesús le dijo a sus discípulos: “Si alguien quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga” Mateo 16.24. ¿Qué quería decir Jesús con esto? Imagínese que usted haya vivido en aquellos días en la tierra de Palestina, que estaba ocupada por el ejército romano. Si algún día usted ha visto a alguien llevando una cruz, no tendríamos que correr hasta donde está la persona y golpearle en el hombro y preguntarle: Perdóneme, ¿qué está haciendo usted con esa cruz? No, si lo hubiéramos visto, lo reconoceríamos de inmediato. Es un criminal condenado que va camino a la ejecución, porque los romanos obligaban a los condenados a muerte a llevar su cruz al lugar de la crucifixión. 

Ahora Cristo nos llama a tomar nuestra cruz y seguirle a él. Y si estamos llevando una cruz, y estamos siguiendo a Jesucristo, hay un solo lugar al que supuestamente estamos yendo. Y ese es el lugar de la muerte. Eso es lo que significa tomar la cruz y seguir a Cristo. Es ponernos a nosotros mismo en el lugar del criminal condenado que está en camino a ser ejecutado. Esto fue lo que dijo Dietrich Bonhoeffer: “Cuando Cristo llama a una persona, él lo quiere muerto”. Así que llevar la cruz y la crucifixión son las imágenes dramáticas que Jesús utiliza para hablar de nuestra autonegación. Debemos negarnos a nosotros mismo y seguir a Cristo. Debemos morir a nuestro ego y seguir a Cristo. Eso viene a ponerse en contra de las enseñanzas populares. 

Piensen, por ejemplo, en el movimiento del potencial humano, con su enseñanza de la autorrealización, es necesario pensar cuidadosamente sobre esto. Jesús sí enseñó a sus seguidores, se encontrarían a sí mismos y que se sentirían realizados, lo que lo diferencia de este movimiento es que enseñó que el único camino al autodescubrimiento es la autonegación. Si queremos encontrarnos a nosotros mismos tenemos que perdernos a nosotros mismos, este es el mensaje de la cruz. 

Esta predicación de la cruz es una piedra de tropiezo, para el orgullo humano... insiste en decirnos que nosotros no podremos alcanzar nuestra salvación por nada que nosotros hagamos.

Finalmente, piensen conmigo un momentito sobre el discipulado. Tenemos una constante tendencia a trivializar este asunto del discipulado, pensamos que es hacerse un poquito más religiosos, es como agregarle una capa fina de piedad a una vida que de otro modo es secular. Entonces cuando uno raspa un poquito sobre la superficie, o si agujerea la capa de encima, sigue siendo el mismo pagano que está debajo. Nada cambió. 

Pero llegar a ser cristiano es bien diferente que eso. Tiene que involucrar un cambio realmente radical, que ninguna imagen puede representarlo con justicia, excepto la cruz y la resurrección. Morir a la vieja vida de autoindulgencia y pecado, y resucitar a una nueva vida de santidad y de amor, en la cual el mundo nos fue crucificado para nosotros y nosotros fuimos crucificados para el mundo. Así que nos gloriamos en la cruz por causa de nuestro discipulado. 

III. Nos gloriamos en la cruz por nuestro mensaje 

Llegamos ahora a nuestro tercer punto. Nos gloriamos en Cristo porque fuimos aceptados; nos gloriamos en la cruz por nuestro discipulado, y ahora, en tercer lugar, nos gloriamos en la cruz por nuestro mensaje. Nosotros somos llamados a una misión, pero no hay misión sin mensaje. De modo que cuál es nuestro mensaje para el mundo, se centra en la cruz. En la fantástica verdad de un Dios que nos ama y que se dio a sí mismo en Cristo para nosotros. Fíjense como Pablo explica esto. Vayamos otra a vez a la Biblia, en Gálatas 3.1 escribió el apóstol Pablo: “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?” 

Aquí el apóstol describe su propio ministerio y dice que ha presentado claramente a ellos a Cristo como crucificado, es decir, la cruz ha sido el centro de su mensaje. Él ha puesto a Cristo frente a sus ojos como crucificado. Lo ha puesto a él como a un anunciador público. Los gálatas nunca vieron a Cristo crucificado, ni siquiera, que sepamos nosotros, lo vio Pablo, sin embargo, a través de la cruz, el apóstol trajo el pasado al presente e hizo que el evento histórico de la cruz entre en la realidad contemporánea. Eso es lo que hace también la Cena del Señor. 

En consecuencia, los gálatas ahora podían ver a Cristo crucificado para ellos, ver en su propia imaginación. Podían entender que Cristo había muerto por ellos y que había muerto por sus pecados. Que podían arrodillarse frente a la cruz en gran humildad y para recibir de sus manos un don absolutamente gratis y eso es la vida eterna. 

Esta predicación de la cruz es una piedra de tropiezo, para el orgullo humano, ella es como que mina nuestra autojustificación. Insiste en decirnos que nosotros no podremos alcanzar nuestra 19 - Temas vitales para los cristianos de hoy – John R. W. Stott salvación por nada que nosotros hagamos y que ni siquiera podremos hacer una pequeña contribución. La salvación es un don de Dios para la cual nosotros no podemos contribuir en nada. 

Algunos conocerán el nombre de William Temple, era un gran pensador cristiano, y probablemente el más grande obispo de Canterbury del siglo XX. Él dijo esto de una manera muy hermosa, escuchen cuidadosamente: “La única cosa que es mía, propia, con que yo contribuyo para mi propia redención es el pecado del cual necesito ser redimido. Esa es mi única contribución”. 

Emil Brunner lo pone también de una manera muy fuerte, está hablando también de la cruz: “Todas las otras religiones nos libran de esta última humillación, de quedarnos desnudos completamente y haber sido declarados en bancarrota frente a la cruz”. Eso es lo que la cruz hace con nosotros, nos dice que no tenemos nada para contribuir para nuestra salvación. Por supuesto, nuestro orgullo humano se rebela contra esto. Me acuerdo haber aprendido esta lección muy temprano en mi vida cristiana. Era un estudiante en la Universidad de Cambridge, y estaba tratando de guiar a un compañero de estudios a los pies de Cristo. Era un muchacho muy orgulloso, era como un aristócrata, y estaba bien consciente de su importancia. Yo le estaba diciendo que la vida eterna era un regalo, era gratis y que él no podía hacer nada para merecerla. De pronto él gritó tres veces: ¡Horrible! ¡Horrible! ¡Horrible! Yo no dije nada horrible. Pero muchas veces le di gracias a Dios por esa experiencia, porque en ese momento Dios me dio un pantallazo de lo que es el corazón humano en todo su orgullo y su arrogancia. Definir la cruz como algo horrible es el último entendimiento humano. Volvamos a la predicación de Pablo. Tenemos que darnos cuenta como él contrasta su predicación con los que él llama los judaizantes. Ellos eran los falsos maestros, que enseñaban la salvación a través de las buenas obras. Pablo dice que ellos predican la circuncisión, que es otra manera de decir auto-salvación. Ya que si ellos obedecían la ley tenían algo para recomendarse a sí mismos frente a Dios y por eso es que ellos escaparon de las persecuciones por causa de Cristo. Pero Pablo predica a Cristo crucificado. Es decir, la salvación a través de solamente Cristo, y por eso estaba siendo perseguido. La misma elección está frente a nuestros ojos hoy. 

Sé que hay muchos pastores o ministros aquí, usted y yo no podemos escapar a esta alternativa. Por un lado, nosotros podemos adular a la gente diciéndoles lo que ellos quieren escuchar. A veces desarrollamos lo que podría llamarse el ministerio del gatito, los acariciamos hasta que comienzan a ronronear de placer. Esa es una posibilidad. La otra es decirles la verdad, la verdad sobre ellos mismos. Lo que ellos no quieren escuchar. La verdad sobre su pecado, sobre su culpa y que están bajo la condenación de Dios, que no pueden hacer nada para ganar su salvación, entonces vamos a levantar hostilidad. Es decir, somos infieles para ser populares, o estamos deseando ser no populares en una determinación por ser fieles al Señor. Trataremos de ser los más populares que podamos, pero sin dejar de ser fieles, pero tenemos que elegir. 20 - Temas vitales para los cristianos de hoy – John R. W. Stott 

Conclusión  

Hemos considerado tres razones por las cuales el apóstol no sé gloria en nada, excepto en la cruz. Porque es nuestra aceptación frente a Dios, para nuestro discipulado diario y para nuestro mensaje al mundo.  

Todos los seres humanos parece que hemos nacido para gloriarnos de nosotros mismos. Hay algo en nuestra constitución que nos lleva siempre a gloriarnos de nosotros mismos. Parece necesitamos gloriarnos en algo, entonces nos hacemos los fanfarrones sobre nuestro trabajo, sobre la casa que tenemos, o sobre el auto que nos hemos comprado, o a veces nos gloriamos de nuestra propia iglesia. Hay muchas cosas en las cuales podemos gloriarnos en nosotros mismo, pero al final de todo hay una sola alternativa. O nos gloriamos en nosotros mismo y en los logros que hemos realizado, o nos gloriamos en Cristo y en lo que él ha logrado en la cruz. No hay ninguna posibilidad de tener las dos al mismo tiempo. Esta es la marca del verdadero cristiano: que nos gloriemos solamente en la cruz.  

Oro para que Dios nos dé gracia para hacer esto y para recordar las palabras del apóstol Pablo, que no me puedo imaginar un mejor lema para nuestra vida cristiana: que Dios prohíba que yo me gloríe en ninguna cosa, excepto en la cruz de Cristo, por el cual el mundo me fue crucificado a mí y yo he sido crucificado para el mundo.  

En silencio miremos hacia la cruz, allí podemos ver a Cristo crucificado por nosotros, debemos hacernos la pregunta ¿nos gloriamos en la cruz?

Texto completo de todas las transcripciones en formato EPUB y PDF, para nuestros lectores suscriptos al servicio Premium. Pídelo por Whatsapp al +5491127019786   Referencia TemasVitales424

Continúa leyendo el resto de las transcripciones desde estos enlaces. 
Haz clik en cada boton azul/verde.
















Disponible para suscriptores Premium


 

Interactúa con nosotros a través de nuestros canales en WhatsApp y en Telegram 
Haz clic en cada botón azul/verde.







Gloriarse en la Cruz, por John Stott Gloriarse en la Cruz, por John Stott Revisado por el equipo de Nexo Cristiano on marzo 20, 2024 Rating: 5
Con tecnología de Blogger.