El diezmo y las ofrendas, una mirada bíblica sobre el asunto
Por Ron Moseley,
Presidente del Instituto Americano de Estudios de la Tierra Santa
El término “diezmo” significa la décima parte de los bienes, tanto en el mundo hebreo como el griego. Fue mencionado aún dos mil años antes de la crucifixión de Jesús. Abraham lo entregó a Melquisedec antes de que existiera el Templo (Gén. 14).
En hebreo, el diezmo se llama ‘maaser’, lo que significa literalmente la décima parte del ingreso que una persona ha separado con cierto propósito. En tiempos bíblicos, existían tres clases de diezmos: el “primer diezmo”, llamado ‘maaser rishón’ , que era dado al levita, quien a su vez diezmaba al sacerdote (Núm. 18:24, 28). El segundo diezmo, llamado ‘maaser shení’ , era consumido durante una celebración especial (Deut. 14:22-23). Los eruditos asumen que ese segundo diezmo era llevado a Jerusalén durante una de las tres fiestas principales, Pascua, Pentecostés y Tabernáculos, y se comía en los contornos del Templo. El tercer diezmo, el ‘maaser aní’ , era también llamado el diezmo del pobre, y se distribuía a los tres principales grupos de pobres, específicamente los huérfanos, las viudas y los extranjeros, además de los levitas (Deut. 14:28-29).
La cantidad que diezmaban los judíos durante tiempos de Yeshúa (Jesús) alcanzaba el veinte por ciento. Los que no diezmaban eran llamados ‘am-ha-aretz’ , y el producto del cual no se diezmaba era ‘demai’ . Ese producto no podía venderse ni comprarse, ni podía entrar a la economía de la sociedad. Una porción de laMishná titulado ‘Demai’ se dedica a explicar cómo el diezmo cuestionable era tratado. Los judíos estrictos se denominaban a sí mismos ‘haverim’ , lo que significa “compañeros de los fieles.” El concepto de haverim proviene de Salmo 119:63, que dice: “Compañero soy yo de todos los que te temen y guardan tus mandamientos.”
Cuando Jesús habla en Mateo 6:22-23 acerca del ojo bueno y malo, está explicando unos conceptos espirituales por medio del concepto común de ofrendar. A veces se decía que el que tenía un “ojo bueno,” ofrendaba con liberalidad. Por otro lado, el que tenía un “ojo maligno,” además de ser envidioso o mal intencionado, también era tacaño. La Biblia no especifica allí en qué consistía una adecuada ofrenda al sacerdote, o ‘terumá’ , pero los rabinos determinaron lo siguiente: Si un individuo daba una cuatrigésima parte (2.5%) de su cosecha al sacerdote antes de sacar el diezmo, tenía un “ojo bueno” y ofrendaba con liberalidad. Pero si la persona ofrendaba sólo una sexagésima parte (1.6%), se consideraba un tacaño y tenía un “ojo maligno.” Lo normal era una quincuagésima parte (2%).
En tiempos de Nehemías, ciertos sacerdotes se encargaban de recoger los diezmos y las ofrendas, que luego eran almacenadas en unas cámaras especiales del Templo. Vigilaban a la entrada para que la gente no se olvidara de dar sus diezmos y ofrendas a los sacerdotes y demás representantes que servían en el Templo (Neh. 10:38, 12:44, 13:10-13).
OFRENDAS:
Ofrenda de Culpa (Ofrenda Expiatoria): ‘Asham’
La ofrenda de culpa debía ser traída al Señor a consecuencia de cinco situaciones. Bíblicamente, cuando una ofrenda de este tipo era traída ante el Señor, era consagrada o mecida, y luego entregada a los sacerdotes.
Esas cinco situaciones son las siguientes: (1) por mentir, robar o tratar injustamente a su prójimo (Lev. 6:1-7); (2) por pecar involuntariamente contra las cosas santas o consagradas al Señor, fuese en ignorancia o por error (Lev. 5:15-17); (3) por violar una mujer esclava prometida a otro en matrimonio, pero que aún no había sido liberada de su esclavitud (Lev. 19:20-22); (4) el nazareo que se hubiere contaminado (Núm. 6:12-14); (5) un leproso cuando fuese limpiado de su lepra (Lev. 14:12). La persona que sabía por seguro que era culpable de una de las cosas anteriores tenía que hacer una ofrenda expiatoria que se llamaba ‘vadai’ , que significa “por cierto”. Si una persona no estuviese segura de haber transgredido una ley bíblica, pero sospechaba que quizás lo había hecho, tenía que hacer otra ofrenda de culpa llamada ‘talui’ , que literalmente significa “depende de,” o “por si acaso”. Por otro lado, si sabía que también había pecado, tenía que ofrecer una ofrenda por el pecado.
Ofrenda Voluntaria: ‘Nedavá’
La ofrenda voluntaria era un tipo de ofrenda de paz, y se daba sin ser requerida o en expresión de un voto o promesa a Dios (Lev. 22:18). A veces la ofrenda se daba para algo específico, como para la construcción del Templo. Esas se entregaban a los sacerdotes en ofrenda al Señor.
Ofrenda de Acción de Gracias: ‘Todá’
Otro tipo de ofrenda de paz era la acción de gracias. La persona daba gracias, o ‘todá’ , a Dios por Su bondad (Lev. 7:12-15). Esa ofrenda al Señor también se entregaba al sacerdote. Muchos judíos en la antigüedad creían que cuando el Mesías viniera a establecer Su reino eterno, ya no habría más pecado, pero continuará haciéndose esta ofrenda de acción de gracias.
Origen del Diezmo
El diezmar no es una costumbre exclusivamente bíblica. Por medio de literatura extrabíblica, se sabe que era un concepto común en todas partes del antiguo Medio Oriente. Se exigía un diezmo para realizar las ceremonias religiosas en Babilonia (6to siglo a.C.) y Siria-Palestina (siglo 14 a.C.).
Documentos ugaríticos, pertenecientes a los hititas en el norte de Siria (1375-1340 a.C.), hacen referencia al diezmo como un impuesto real. Ambos propósitos del diezmo, tanto para las celebraciones sagradas como para el rey, también aparecen en los relatos del judaísmo bíblico.
Ya se evidenciaba el vínculo tradicional para el diezmo entre lo sagrado y lo real cuando Abraham, el primero de los patriarcas, le ofreció sus diezmos a Melquisedec (Gén. 14:18-20). Melquisedec, cuyo nombre significa “rey justo,” era rey al igual que sacerdote de Salem (Jerusalén). Algunos eruditos opinan que existía un diezmo para la “capilla real” en Betel y luego para el “santuario real” en Jerusalén. Los reyes controlaban los tesoros del palacio y del Templo porque eran responsables del mantenimiento de ambos lugares (1 Rey. 15:18; 2 Rey. 12:19, 18:15; Ezeq. 45:17). El rey Ezequías organizó y supervisó la colección y el almacenamiento de los diezmos y ofrendas (2 Crón. 31:4). Los diezmos e impuestos mesopotámicos también eran organizados de esa manera, al igual que los diezmos e impuestos de los cartagineses, que eran enviados al templo de Melqart (Diodorus 20:14). Los levitas eran fieles oficiales de David, a quienes asignaba el cuido de los tesoros sagrados (1 Crón. 26:20).
El diezmo incluía toda clase de propiedad, evidenciado por el tipo de diezmo que dio Abraham (Gén. 14:20). El diezmo en Mesopotamia se daba de todo producto agrícola, ganado, ovejas, esclavos, asnos, lana, tela, madera, plata, oro y otro metal. Los libros de Levítico y Deuteronomio detallan la mayoría de los objetos comunes en Israel como ilustración del diezmo.
Cuando la Biblia describe el diezmo durante tiempos del primer y segundo Templo, lo presenta como si fuera algo obligatorio, aunque existían algunos diezmos voluntarios. Amós hace mención del diezmo junto con la ofrenda voluntaria (Amós 4:4-5). Por otro lado, la ley del diezmo en Levítico no requería la dedicación del primogénito de los animales limpios, sea buey u oveja, porque ya eran del Señor (Lev. 27:26). Los rabinos concluyeron que el propósito principal del diezmo era el mantenimiento del Templo y de quienes allí servían, y que era una ofrenda voluntaria. Solamente en Deuteronomio se menciona que el diezmo también incluía ofrendas obligatorias para los pobres y necesitados (Deut. 26:12).
El diezmo no sólo lo dio Abraham, sino también sus descendientes, como se puede ver a través de las Escrituras. Jacob prometió en Betel dar el diezmo de todo lo que Dios le fuera a dar en su viaje a Harán (Gén. 28:22).
Algunos teólogos opinan que el diezmo no era requerido de los judíos fuera de la tierra de Israel, pero los documentos históricos evidencian que también diezmaban en Siria, Babilonia, Egipto, Moab y Amón. Luego de la destrucción del Templo en 70 d.C., los judíos consideraban el diezmo, al igual que la oración, como un sustituto para los sacrificios del Templo.
La Comunión de los Santos y el Diezmo
La palabra griega ‘koinonía’ en el Nuevo Testamento fue usado para denotar “comunión” o “en común,” como también “contribución” (Hech. 2:42,44; 2 Cor. 9:13;Ante-Nicean Fathers, Vol.1, p.86). De hecho la palabra griega ‘koinonia’ y la palabra hebrea ‘tzedaká’ fueron utilizadas de manera semejante para referirse a la ministración de las necesidades de otros. La palabra ‘koinonia’, que regularmente la traducimos como “comunión” realmente tenía una connotación de participar o impartir por medio de contribuciones. Pablo utilizaba la palabra ‘koinonia’ para hablar de “ofrenda” (Rom. 15:26).
El historiador Selden observó que los primeros cristianos excedían enormemente la contribución del diezmo. En Galacia y Corintio, Pablo ordenó que se hiciera una colecta semanal (1 Cor. 16:2). Las ofrendas de la Iglesia se utilizaban en diez maneras: (1) la reunión cristiana, (2) el mantenimiento de los líderes, (3) alimento para los hermanos pobres, (4) vestimenta para los hermanos pobres, (5) entierro de los hermanos pobres, (6) las viudas, (7) los huérfanos, (8) personas esclavizadas en las minas, (9) prisioneros, y (10) desterrados a las islas. Algunos creen que el apóstol Juan recibía su sustento por este medio mientras estaba desterrado en la isla de Patmos (Selden 1618, pp. 37-37).
Para la segunda mitad del tercer siglo d.C., los escritores eclesiásticos comenzaron a referirse al patrón hebreo de los diezmos como un ejemplo que pudiera adoptar la Iglesia para sostener a los funcionarios religiosos (Epístola 65 de Cipriano). Cipriano, quien fue obispo de Cártago en 248 d.C., declaró que el clero no debería tener un trabajo secular para que no tener que involucrarse en las ansiedades mundanas (Ante-Nicean Fathers, Vol. 5 p. 367).
Según Selden, Inglaterra fue el primer lugar donde se impuso un diezmo a la Iglesia. En el año 786 d.C., Carlomagno lo confirmó como un estatuto civil (Hallam 1854, pp. 263-264), y reguló que el diezmo de la Iglesia se destinara para: (1) el obispo y el clero, (2) los pobres, y (3) el mantenimiento de la Iglesia.
Con respecto a la idea de la “prosperidad,” existen algunas confusiones en torno a ese término porque había ocho diferentes palabras en hebreo que podían expresar prosperidad: (1) la palabra ‘jalaj’ , que también significa “caminar” o “ir”, (2) ‘kasher’ , con la misma raíz de ‘kosher’, que significaba “hacer lo correcto según las leyes de Dios”, (3) ‘sakal’ , que quería decir “pensar o actuar sabiamente”, (4) ‘shalav’ , que significaba “estar tranquilo”, (5) ‘shalvá’ , que también quería decir lo mismo que‘shalav’, o “estar tranquilo”, (6) ‘shalom’ , que significaba “tener paz, la sensación de estar completo”, (7) ‘tov’ , que quería decir “bueno”, y (8) ‘tzaleaj’ , que literalmente significaba “prosperar” o “ser exitoso.” En fin, la interpretación judía bíblica, como también la griega, para la idea de prosperidad conllevaba mejor la idea de “avanzar” o “adelantar”, en oposición a estar ocioso o ser rico.
¿Qué Significado tiene eso para Nosotros?
Comentario de Clarence Wagner:
Si somos creyentes en la Palabra de Dios, es necesario que nos ajustemos a los principios eternos estipulados allí. ¿Por qué? Porque Dios es nuestro Creador, y Sus preceptos son para nuestro beneficio, de modo que podamos disfrutar una vida abundante y gozosa. Dios quiere que andemos en vida recta y agradable a Él. Si Dios quiere que hagamos algo, es para bendecirnos con Sus más ricas bendiciones.
Sin embargo, es importante que cada uno haga con su diezmo como le pida su denominación en particular. Algunas iglesias requieren que todo el diezmo sea entregado a la iglesia local, y otras aceptan que uno ofrende generosamente a la iglesia local, además de bendecir a otros ministerios del Señor. Le recomiendo que haga según lo establece su iglesia.
Desde que conocí al Señor Jesús como mi Salvador, he mantenido una cuenta especial donde coloco la décima parte de todo lo que recibo, y luego le pido a Dios en qué parte del Reino quiere que “invierta” Su dinero. De hecho, doy ofrendas más allá del diezmo cuando así me lo indica el Señor. Como llevo más de treinta años recibiendo mi sostenimiento de Dios, eso significa que he dado para Su obra más de lo que Él me ha dado en tres años.
No le cuento lo anterior para vanagloriarme. Lo comparto para decirle que Dios siempre me ha bendecido abundantemente. Vivo cómodamente, y siempre he podido proveer lo que mi familia necesita (además de darle algunos gustos especiales). Nunca he sentido que me falte algo, porque Dios siempre me ha provisto. Aunque he vivido “por fe” en el extranjero la mayor parte de mi vida, Dios me ha suplido a través de Sus santos quienes han sentido ser parte de mi grupo de apoyo. Cierto es que nunca tengo seguridad de cuánto voy a recibir en el mes, pero confío en Dios, porque Él conoce cuánto voy a necesitar, aún en situaciones de emergencia. Agradezco la fidelidad de esas amorosas personas que siempre me ayudan según son dirigidas por Dios. Ha sido una experiencia maravillosa, y nunca me he tenido que preocupar por dinero una sola vez.
Dios provee a Sus hijos cuando viven según Su palabra, y hacen las cosas según Su voluntad. En Malaquías 3:10, Dios dijo: “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde.”
Recientemente, mi hija me preguntó acerca de la fe y cómo podemos saber si la Palabra de Dios es verdaderamente cierta. Después de todo, nadie ha visto nunca a Dios. Le expliqué que Dios es como el viento. Nadie puede ver el viento, pero podemos ver sus efectos cuanto sacude las hojas de un árbol o levanta las olas del mar. De esa manera, aunque no podamos ver a Dios, podemos ver los efectos de ese Dios vivo cuando creemos en Él y obedecemos Su Palabra. Contestará nuestras oraciones, nos bendecirá, nos consolará y dará abundante vida a Sus hijos de fe.
¿Por qué no hace como Dios le pide en Malaquías 3? Pruébelo con el diezmo de su ingreso, sea poco o sea mucho, y verá cómo Dios derramará bendiciones sobre usted y su familia. Yo sé que funciona, porque lo ha hecho conmigo. ¡Dios es siempre fiel y bueno!
Sobre al autor:
(Si desea comunicarse el autor, puede escribir a: American Institute of Holy Land Studies, 9700 Hwy. 107, Sherwood, AR 72120; Teléfono: 501-835-1453 o 800-617-6205; www.aihls.org
(Traducido por Teri S. Riddering, Coordinadora Puentes para la Paz - Centro de Recursos Hispanos)
El diezmo y las ofrendas, una mirada bíblica sobre el asunto
Revisado por el equipo de Nexo Cristiano
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diciembre 27, 2017
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